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(cuento) EL GOTAS DE MIEL


Se desploma la noche sobre Quito.
Es un manto negro
que une las montañas con el cielo
una a una empiezan a aparecer
como luciérnagas
miles de lucecillas que cambian el panorama.
En la última
en la lucecita más lejana
se debate Alondra
en el drama de ir a la cama.
En la última casita junto al bosque
la pequeña de niña
aún moja su cama.
Cada noche,
la angustia la acompaña,
hasta quedarse dormida
y aun por la mañana;
la vergüenza,
el rechazo
la mala palabra
su madre
la hostigan y maltrata.
Alondra de ojos profundos
cabellera negra y larga
vive con su madre
y su abuelo
quien ya no ve
ni dice nada.
Como casi siempre
se ha despertado
a las cuatro de la madrugada,
toda impregnada,
corre desesperada
pero en silencio
a lavar sus mantas,
en el patio de la casa,
con mucho miedo
por que no hay cerca
y allá el inmenso bosque
parece llamarla.
Al despertar la familia,
la madre va a su cuarto,
halla a la niña acurrucada
y en el colchón
la humedad de una mancha.
-          Eres una sucia, puerca ya eres grande para mearte.
Alondra solo llora cabizbaja, sentada, sola y desarmada.
-          Toma, para que aprendas a no ser sucia.
Le grita la madre
mientras una correa
sus piernas traspasa.
Alondra solo grita,
llora,
con sus manos
pretende aguantar el ataque.
Cada día ocurre esta escena,
cada vez mas violenta,
cada vez más mal humorada;
la mujer
descarga en su hija su alma,
su fracaso,
su furia amargada.
Llega la madre en la noche
su cólera se enciende,
¡Alondra ha olvidado secar al sol su colchón!
¡su cuarto hiede!
¡todo esta meado!
Según su madre
es hora de un castigo ejemplar.
Ni los lloros de la niña
ni los ruegos del abuelo la detienen,
saca el colchón en la noche,
al bosque,
¡que allí se seque!
no importa que el duende lo huela
y luego la niña se la lleve.
Cada merienda contaban
que en los bosques
vive un duende
que cuando huele
que un niño se orina en la cama viene,
se lo lleva y lo entierra en su jardín,  
como planta,  
para que nunca más se mee.
Alondra llora desconsolada,
está aterrada,
ningún golpe de correa le ha dolido tanto,
ningún insulto dicho la ha lastimado así,
ahora se hunde en su culpa
y no puede remediarlo.
Llega la mañana,
la niña sale con su pesar y un pan al patio.
Pasa una viejecita recogiendo hiervas y prado,
la mira fijamente,
mira su pan y alondra estira su mano,
aunque es todo lo tiene
la niña se lo ha dejado.
-          Gracias bonitica, me das el pan de tu desayuno.
-          Yo no tengo hambre, contesta Alondra sin pensarlo.
-          Gracias mami tica, por ser tan buena, te daré un regalo.
Del sucio costal que la viejecita carga
saca un gato,
pequeño y flaco,
cave en la palma de su mano.
Tiene los ojos muy grandes
y uno de ellos inflamado,
le han cortado sus bigotes
y parece enfermo o atrofiado.
-          Mira este pequeño como tú,
lo encontré en un basurero,
parece que alguien lo golpeo
y lo arrojo para matarlo.
-          Yo lo cuidare, se lanza Alondra a abrazarlo.
-          Toma mi niña se que serás buena con él,
por que haz sido buena con migo.

 Y desaparece la vieja caminando entre los árboles.
Alondra ha olvidado el espanto,
 es la niña más feliz
con su gato jugando.
Hasta la madrugada,
otra vez se despierta
y toda la cama esta mojada,
se levanta
y presurosa toma las mantas
para salir a lavarlas,
el pequeño gato
que dormía junto a la almohada se despierta,
ronronea y se des espereza.
Salta en medio de sus manos.
-          Gotitas de miel,
no puedo jugar ahora.
La niña se tranquiliza y se sienta a adularlo.
El pequeño gato empieza a crecer,
es una bola afelpada
que absorbe las sábanas,
las mantas,
el pijama.
La niña lo abraza y feliz se acuesta a dormir.
Alondra dejo de orinarse dormida,
ya no se sentía sola,
ya había alguien que la comprendía.
Su madre entraba cada mañana a su cuarto
y metía su mano entre las sabanas,
salía enojada
pero sin poder decirle nada.
Una mañana descubrió al gato
durmiendo en la almohada,
lo tomo del lomo ,
al olerlo sintió el aroma
de mil noches de orinas en la cama.
Salió furiosa y se interno al bosque,
 volvió después de muchas horas gritando:
-           Nunca más volverá ese inmundo gato.
Esa noche Alondra volvió a mojar su cama;
con orinas y con lágrimas;
cuando se levanto
a cambiarse y ocultar la ropa mojada,
de debajo de su cama
un hombre pequeño saltó a sujetarla.
Alondra gritaba,
chillaba
y cuando
su abuelo fue a rescatarla
el enano lo lanzo por la ventana,
su madre aterrada
se arrodillo en la puerta de la entrada.
-          tú te me escapaste,
hasta hace poco te meabas,
por eso hoy me llevare a tu hija.
De pronto “El Gotas de Miel”
apareció por la ventana,
le crecían las garras
y los colmillos de la quijada,
cayo sobre el duende
y le arranco la cabeza con todo y sombrero.
Se lo llevo a un hoyo
que apareció
afuera de la casa.
De eso han pasado varios años y Alondra ya no moja su cama, ella y “El Gotas de Miel” viven muy lejos pero ha veces recuerda la última casita que sube al bosque de la montaña.

Comentarios

Mambruca ha dicho que…
Bello, sin dejar de lado la parte oscura de los seres, que tanto asusta y tanto enseña.

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