Me entregué al arroz como aspavientos por pensar que es mejor una grieta fresca, cálida, con provisión. Que arrastrarme por el áspero muro desolado y de inconmensurable fastidio. Me entregaré al afrecho del suelo, desecho de la pocilga antes que a la dolorosa mirada de mi propia opinión. Todos se arrastran. Los que dicen mejor vida se arrastran. Los que se muestran dignos se arrastran más, los del orgullo pintado con sangre en la frente fueron arrastrados inclemente mente. Los que se dicen opuestos y libres, revedles, inmisericorde mente todos se arrastran. No queda, como verás, grieta de donde sujetarse por eso lo siguiente es lanzare al vació con un grito heroico y esperar la vejez para disimular una vida moderada de esfuerzos y satisfacciones aunque haya sido un canalla.
ECUADOR MILES DE AÑOS MILES DE LETRAS