Ya casi no tolero las voces, el escozor de su piel desde allá lejos, casi cerca. La luz no calienta, repudia, las cortinas no vuelan, murmuran, como viejas infectas y ensidiosas. Provocadas. Este escenario vibra más que yo y yo me siento apagado. El miedo supremo, eterno, la culpa, inherente, original, que me conoce y desenmascara, que me reprocha y reprime, contienda plausiva, sutil, traidora, voraz y eficiente, tiemblan en mis pantalones Ya fui descartado y desecho cuando me hacían, por eso, con todas las chatarras miro desde la ventolera de abajo, de la asera. Lo que no sirve se patea y pulula ágil y sin sentido. No vive ya un taita pendejadas que te convierta en robot o en eterno dínamo. El presente se enciende entre las grietas del entablado. Hecho pedregal. Pero me aleja de aquí. No se donde ando. Mi alma corre desbocada, la he perdido, hace tanto y no hay ninguna abuela que me diga: - "shungo" "shungo" ,me pal