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Mostrando las entradas etiquetadas como poesía ecuatoriana

como una nuez

Esencia

Ortiga Negra

Nunca conforme yo, aunque mancille las estrellas apague las lucernas y bese la tierra. Yo, con el dolor frente a frente inevitable solución día del horror oscuro y silente, angustiada expiación. Delirantes ansias pirañas intoxican tes, besar una espina y fingir que la sangre no es mía. Tú, un abismo envolvente atrancada encina lienzo rasgado con aguja jeringas vertientes de tálamos humeantes, al solear transparentes, al llorar torrenciales. Azucena ardiente mojada paso a paso, ortiga negra laceral, anuncio ingente de mi muerte cerebral. Rosa negra occipital pausa dramática ineludible, mi lengua aún en tus dientes naufragio de un mar genital. La noche siguió, pisoteando mis sueños los cristales fueron sacrificados en ritos y juramentos. Un sol cobarde y enfermo apareció manchado y sucio. Despreciable en mi contradicción, contrapuesto a mi sombra en la vieja calle.
Estoy cansado de buscar lo que no existe, cansado de odiar al sujeto en el espejo, tan extraño y desconocido desde siempre, la pena sustituyó la angustia, el mied o que ejercía sobre mi. Estoy fastidiado de todos los que le rodean, todo lo que él es me apesta y no soporto con vida su voz. Rancia mantequilla cubre la espesa fetidez de su orgullosa dignidad. De su arrogancia débil y ridícula, sus gestos me revuelven las viseras y su sola presencia interna me enferma. Por eso miro fuera, horizontes digitales de dimensiones imaginarias. Uso las voces de pájaros en eras desoladas y ato mis manos y piernas con voraces mariposas de los lagos distorsionados en cordilleras vibrantes. Como arrancar el ente a quien reclama la vida y por quien tantos preguntan? Como borrarlo, decirles a todos que en un arrebato cambió, consumido en la demencia, paralizado por la incompetencia, absorto eterno en su penitencia. Como deshacerme de él? Estoy tan cansado de aguantarme, tan hastiado de este mundo mío, d
Al reloj crucificado se le acabó la cuerda en la pared, solo e inservible. El amor perdió su sabor a melaza a esperanza a vida. La luna se volvió parca en la cuajada laguna del porvenir y en mi casa los pasos son al revés. La música perdió los trinos los gritos las guitarras, la voz. En las calles tontamente me muevo me pierdo en la rutina, en papeles viejos en imágenes retorcidas, desde que se murió el amor, el amor de celosía el amor de infortunio. El efecto mancebo de la ilusión profusa, el matiz pastel de vibrantes hondonadas, la evocación del génesis llego a su fin con vorágine torrente que al camino desgasta y todo lo envejece. Pero lo peor es que el amor desapareció.

LA MARIPOSA

La mariposa transeúnte creyó en la cigarra mustia, por opaca la vio interesante. No pudo arrepentirse cuando quemada quedó gris, transparente. Aun matiza la arena, oculta de las flores, en silencio vuela cuando hay tempestad.  Y llora la tontería de no saber quien fue.
Donde tuvo más pureza qué, en la boca párvula afligida de deseo, qué en los pechos duros irrigados, descubiertos, en el primer espasmo desgarrado ...
De pronto un día ya no vinieron las moscas, de pronto seso el palabreo misterioso, se oscureció la tarde de enredadera, súbito abandono del olor dulzón. El bosque tenebroso perdió el aleteo, el trino vago que anunciaba la monotonía, l a tierra dormida inicio su movimiento, el abrazo irremediable, desmenuzador, al tiempo que me besaba, me cubría, tan afable, tanta lujuria. imposible escape, hasta que me arrojo. Dormidos en una vasija todos sueñan, protegidos en un sarcófago otros se pudren, yo maldito vivo irreconocible , del ser, que fui en otra época, que ya murió sin ningúna honrra, sin ninguna justificación. Como tierra de aspavientos regresa negra mi vida a lo que nunca fue.
Ha llovido, llueve como todas las tardes de Quito, luego de un sol pesado la tristeza fría, arrastro los charcos grises de grieta piedrosa, la última colilla al mausoleo que llamo hogar, una taberna misteriosa entre sábanas en lumbre, el humo, la herrumbre, un duende inquino que da voces desde su árbol, de guaba. Todo el sombrío cae sobre las cuestas sin suspiro, las campanas ahogan el ulular nocturno, ladridos viejos, maullar profundo. Nuevamente en mi camino el espectro de ti. El camino al altar, tu vestido de cola. Calado velo de telarañas. Una cruz desprovista de sacrificio. Miles y miles de horrores anhelantes de mi. Gracias a dios el tabaco los fulmina, todo dispersa y saltando un sanjuanito apresuro mi puerta, temblando me escondo al fondo de mis cobijas. Mañana moriré. Hoy escapé.
En conato de doliente calma, pausada anda, como despojo de tu amor, de mirada feroz y labios ausentes un recuerdo inmundo de tu muerte, de mi vil traición. Agazapada va buscando afectos, una cálida voz, para lanzarse terrible por venganza y arrancarme el corazón. Se acurruca, gime, sí alguien la escucha tiembla anhelante de misericordia. Pero me mira al filo de su ojo con odio, con sazón. Nunca la perderé. Nunca podré confiarme, ni olvidarte. Hasta la he llegado a desear. Mucho más que a tus sombrias carnes. Mucho mas que a tú flor de cartón que tanto desdeñe y tanto consumía, como al trémulo aire de tu habitación oscura, como a la niebla azulina de tus páramos imposibles. Ves, yo te quise, tanto como pude, tanto como me pediste. Pero al final te quise. Cuando el sol brilló en tu serranía, cuando libre de tú cuerpo escapé.
Absurda esperanza neblina, oporto en taza, confianza sucia, largo trago, contaminada espuma que no logra intoxicar mis medidas, al vaivén de la melodía menguante. Embriagadora. El sextil de la lámpara en acuario, aulla sobre las baldosas sus escupitajos, abejas, lisonjas macabras sin sarcasmo, repiten, reptilan, remilgan desde hace tanto. Mienten! Todos mienten! Hipócritas farsantes, farfullan bondad, simulan amistad pero sus vapores bufan perversión. Las palabras van al mar  desde esta sierra donde nunca llueve. Usted amigo vale más que dos tercios de la humanidad. Yo, lo que se aprecia al ébola en medio de la selva, valgo lo que un clavo para pinchar la luna. Yo tengo un vació que es todo lo que valoro, estoy enredado en un momento que no pasa, humillación perenne, repugnante. El sol es una culebra que deja abandonados sus hijos, a mi solo me dieron piedras por eso ya no encuentro a nadie, ni a
Ya casi no tolero las voces, el escozor de su piel desde allá lejos, casi cerca. La luz no calienta, repudia, las cortinas no vuelan, murmuran, como viejas infectas y ensidiosas. Provocadas. Este escenario vibra más que yo y yo me siento apagado. El miedo supremo, eterno, la culpa, inherente, original, que me conoce y desenmascara, que me reprocha y reprime, contienda plausiva, sutil, traidora, voraz y eficiente, tiemblan en mis pantalones Ya fui descartado y desecho cuando me hacían, por eso, con todas las chatarras miro desde la ventolera de abajo, de la asera. Lo que no sirve se patea y pulula ágil y sin sentido. No vive ya un taita pendejadas que te convierta en robot o en eterno dínamo. El presente se enciende entre las grietas del entablado. Hecho pedregal. Pero me aleja de aquí. No se donde ando. Mi alma corre desbocada, la he perdido, hace tanto y no hay ninguna abuela que me diga: - "shungo"  "shungo" ,me pal
Yo soy quien mira sin ojos desde la oscuridad y niego el canto de los niños, sus juegos silentes. Sentado en la oscuridad retuerzo mis huesos mientras lamento la vida y anhelo un futuro. Solo musito jadeante, afónico siseo que le escuché a una culebra en los colmillos de mi gata. Letanía eterna que llena los huecos, la angustia, agonía, última estancia del tiempo. Escucho constante sus voces, sus risas, chillidos desgarran tes y pletóricos de otro mundo, al cual fui negado. Desde mi banco de posición degenerada, solo la oscuridad me alivia, acaricia el goteo insignificante de mi baba. Me hiere mortal y suspende el suplicio por momentos. Dolor y odio. El adulo atinado de criaturas rastreras. Anhelo un futuro. En un mundo que desprecio y me hiere.
De fieltros y percales este espacio maldito d e Ceniza atmósfera, esta  ventisca germen atiborrado, pú lido, rasposo, asfixiante. Esta calle se llama "la vida". Ven a mi vereda, cruza la cortina. Deja que caiga esa pared estoica. Sobre el agua cristal negro se multiplican las plantas , redondas . Debajo yace tú  cadáver, l a niña de Guatemala con el resto del amor. Ven acá lejos de la necrofagia d el placer sin poder, del sexo sin placer, del placer solo. Cruzand o la esquina , la acera de "As cera " la esposa de dios , se llena de los hijos de Lilith, la llaman abuela. Ven a mi vereda cruza la cortina Deja que caiga la noche omn ivulada . Más allá una vereda de oro sionista y U.S.A con su señor que juzga y despotrica. Mata sombis para quedarse con sus tierras. Deja la amistad sin interés el interés sin finalidad, la hipócrita familiaridad. Mas lejo

TE AMO

Deseo que provoca matarte s acar la grasa de tu rostro i ngerir tus viceras l amer hasta la exaltación tus tripas. Vaciar la sangre de tus senos s ucionarte el corazón con tu cerebro jugar  mientras tu mente despierta,   pregunta la vida. Y tu hígado entre mis dientes se estremece. Beber de la fuente inagotable de tu vagina  sangrante,  desmembrar tus pies.  Teñir tu piel rojo arlequin.  Recorrer micrón todos tus circulos.  Ahogarme con tu lengua mientras tus ojos brillan  al sol y enamorados  me miran.

Las Palomas.

Encontré en un ruinoso Mesón al despecho de mi amparo cálido, tenebrosa sombra y destrucción en la amarga copa del antídoto. Mi alegría , brutal prejuicio, el daño de mi vida pájaro las garras de este BALDURDIO en los brazos de la soledad. El canto delgado de la muerte, el baile silencioso del horror atraviezan con sus hilos mi suerte, titirizan, ridículo al amor. En callejas de piedras viejas amanecen mis sueños destrozados y en lejanías de antiguas penas mi existencia llora en el Mesón.
La parte lógica de mi cerebro murió, me queda el otro hemisferio  para recorrer un continente, que no me contenga, ni recuerde  mis vergüenzas. Ataré su piel al cordel de una cometa para creerme libre, ataré sus pies a la soga de un ahorcado para creerme justo. Sembraré rosas en su pecho para creer que alguna vez fui enamorado, de una niña de trenzas rojas.  Llenaré las hojas secas de una madre selva con mentiras, para hacer creer que tuve vida, que ame, que fui respetado, que lo hice bien. En este suculento mundo de agua fría y sol herviente, de viento enojado y flores fragantes, descansaré mientras ellos analizan mis vidas y mis nombres. Mirando jugar los niños afligidos con sus perros inconformes. En el horizonte descansaré sobre la tierra.
Mis ojos son negros por que son las puertas de mi alma, con fondo de mar de tejados, con espuma  crisálida y estío. Mis ojos tristes, dicen, caídos en búsqueda eterna, no son buenos para complacer ni para llorar, ya no brillan con fiereza. Solo exclaman quebrantados el vació líquido que expiro, el dolor horrendo del esclavo. La dulce inocencia del demente perdido en esta jaula de horizontes.

LA CONGREGACIÓN

Abres tus ojos y lisonjas en un graderio inmundo, esperas tu turno, evitas caer, los muertos flotan al final en un torrente podrido que se eleva en alabansas. Miras al cielo que se desploma en lodasales de cuerpos corruptos y lisonjas. Te dejas caer, deslizas tus miedos, empujas a otros ciegos      alterados por el poder pero resvalas. Elevas los brazos y cantas mientras tus piernas quebrantas, arrojas tus ojos y clavas una espina en tu corazón. Te rodean las escamas, batracios, tentaculos te callan pero insistes en la afirmación. Lisonja, llanto y mentiras, elevas letanias que se hunden en el fango. Al final te sientas desorientado y perturbado.

soy

Soy de la gente caimán, tanto odio por papá y él tenia razón. Soy de la gente pájaro que salto a la horamala y nunca miro hacia atrás. Soy de la gente perro que a veces da su afecto a quien solo lo quiere golpear. Soy de la gente gusano que se cree el gallo mas florido del corral. Soy de la gente humano, la peor, que vive sin compasión con dos grilletes al trabajo Y billetes en el corazón. Pero a veces soy como un animal, dejo de ser gente y me dejo llevar, vivo la vida insana, entregado al sol rendido a la luna, sintiendo el amor.