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Mostrando entradas de julio, 2011

(poema) EL CANTAR DE LOS CAÍDOS

Ella ha descendido, recorre un monte petrificado y se planta al pie de una enorme roca negra: -  Recorre salífera la piedra        ¡agriétala!           Que emane su oscuridad. -  Lágrima de mi angustia abre la fosa;         el inframundo,               su hogar. Bulle el polvo a sus pies; sombras siniestras emergen a elevar una plegaria: -          ¡Detente!         Deja a un lado el bien y el mal -          Todo el que entre o salga        nada ha de llevar. Ella sollozando entre llanto: -          Desnudo mi cuerpo como desnudo mi naturaleza Desgarro mi honra Despojo mi alma Dejo atrás la sensatez,           ya no oigo a la vergüenza ¡Dejo atrás el muro que nos separa! Él sumido entre cenizas, en una cueva de carbón: -          Ahonda profunda esperanza. Dame fuerzas para esperar, el vacío consume mi queja, la luz infecta mi carne y el aire me infringe dolor. -          ¡No sé sí algún día vuelva a verla! ¿Algún

(poema) GARGOLA

Una inmensa montaña, Un nevado de seda Un Témpano blanco De Azul cubierta. De cristal un lago De bosque la ladera, Cipreses verdes y altos Cafés como la tierra. Imponente pared de barro Barrera  sobre la arena En lo más alto del  acantilado Una piedra, Un monolito, Una estatua negra. Una gárgola inmuta, Indolente Sin promesa Las alas apagadas, Mirada sempiterna Fija melancólica el mover de la marea Las olas, hondas Las aguas espejuelas. La lluvia pasa, el viento golpea Transcurre la luna, El sol, Otra era Hasta que una tarde Llena  de estrellas Al incendiarse la frontera Un rayo lo asesta. Como tierra de desierto Dura seca, Se quiebra ¡Del interior la luz ciega! Es de un ángel la silueta. Una lagrima al lago La profundidad centellea Es un ángel en espera, De mirar el lago no deja, Busca su hada que en el agua Su escondite fue condena. Llora y canta Y estremece El alma de la tierra Su amor prohibido No aparece… Esperará otra era.

(poemario) A ERILUNA MI HADA

I Aunque el mundo no este Y aunque el cielo se cierre Nunca nadie podrá Apartarme de ti. Aunque el amor no pueda Y la amistad se niegue Un sentimiento nuevo Hallaremos tú y yo. Y sí lo arruino todo Y sí me porto tonto Apelaré a tú perdón. Y sí en un abismo caigo Y el tiempo duele Buscaré tú corazón. II En las aguas del tiempo Mi destino se dilata Se hunden mis sueños Zozobra mi barca. Un dolor empecinado Doscientos años de diferencia Nos separa el pasado Sin hallar quien nos entienda. Y ya no tengo esperanza Me aferrare a una luz Aunque las sombras me espantan Resistiré… En un mundo que nos mira Que te juzga y cuida Soy quien no debe ser. Y como fugaz espejismo Desde este oscuro abismo Siempre te querré. III No te olvides de ser feliz Y de sentir que estas viva De mirar como solo tú Vivir como nadie más sabría. Mira al norte a las estrellas En el este como nace el sol En el oeste el viento juega Y al sur, te miro yo. Escucha al viento susurrar Oye del árbol la voz La

(cuento migración) MATARON UN CHICO ESPAÑOL

-Mataron un chico español, mataron un chico español. Todos corren, salen de sus apartamentos. Al fondo en un azulado callejón una treintena de personas forman una elipse en cuyo interior el escarlata sangre y el azul pantalón manchan el asfalto negro. Luego de unos minutos todos se alejan indignados y furiosos, espetan groserías y maldiciones contra un grupo de chicos latinos del condominio. Dos días después: Prismas de agua traslucen colores de rosas y claveles, el fuego de las velas bailotea en los reflejos. Coronas de flores engañan recuerdos de días festivos. Una verdadera peregrinación de migrantes adorna una banca sangrante donde la justicia irracional se ejecuto. Una vecina grita: -¡No todos ellos son ladrones!, ¡ni todos nosotros asesinos!

(cuento migración) EL ABUELO GRINGO

El frio y la humedad se pueden oler, mis zapatos resbalan en el verde moho del pavimento de la lavandería. El claro oscuro del lugar permite ver cuadros muy grotescos: Al fondo la vecina golpea con una correa a su hijo que ya no grita, solo titubea, tiembla zambullido hasta su media barriga en el tanque de piedra. EL tiene nueve años, uno más que yo, es un poco raro, muy flaco muy blanco, a veces no le gusta jugar. Cuando el martirio termina me acerco con una toalla provista por el tendedero. -¿qué te pasó? -nada, nada, no me pasa nada.  –déjame, déjame solo. Responde. Yo sabía bien que le paso: Su abuelo llegó de EEUU, toda la vecindad asistió a su fiesta, no me dejaron entrar a la sala pero desde la cocina pude atisbar muchos juguetes caros y ropa mucha ropa que había traído. Será un señor muy importante llevaba un traje con sombrero igual al de su nieto. De pronto lo sacaban a empujones, el chico iba prendido, oreja en mano de su padre que le grita