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EL ALMA -  SAMAY - LA PAZ

Lo peor de la Cultura Occidental o Cultura de muerte, es pensar que es la única y exclusiva. Todo lo traduce o trasfonda a su comprensión.

El concepto del alma no existía en el mundo andino como la concepción griega que alimentó al judeo-cristianismo. Al buscar un paralelismo al alma occidental podría compararse con el sueño, la vida en los sueños del runa (humano) .

Samay es el viento, un viento bueno que fluye del ser y reconoce él de los demás seres y objetos. El runa no es una criatura (creado). Es hijo, nacido, de la Pacha Mamá, como todo los demás seres animados y no animados.

El ser hijo, conecta y concuerda la visión del runa andino con el hombre de otras culturas ancestrales. El culto a la Diosa, por ejemplo, sobreviviente en Europa y Asia hasta mucho después de implantado el cristianismo con Constantino, lo demuestra. Eran hijos de la Diosa. Su relación con su deidad era maternal.

Para el runa andino, el ser hijo de una madre, le confiere el estatus de protegido, mimado, hijo cuidado,  igual que a sus hermanos, o sea, igual que a todo, era igual que todo.  Samay, la paz.

Dentro de sí lleva los cuatro mundos, los dos géneros, todos los elementos y todos los espíritus animales, elementales y ancestrales, como los tiene dentro su mama.

Amaru castelA.

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MALEVA

Iré llorando a la guaca con el luto en las manos iré como arcilla al río con mi corazón destrozado. Volveré a la turba añil volveré de verdes collados a ser el pájaro de abril que muere en cielos vedados. Seré tierra negra de páramo seré lucerna fría de invierno que al mar eterno reclamo tras la gris cortina del averno. Iré llorando a tus ojos una sola vez diré te amo y así nunca más llamaré tu nombre que se extravió.

Las montañas

Las Montañas.  Cuando muera no me iré, me quedaré en las montañas donde tu mirada me busque,  en el ladrar de los perros,  en la cangagua,  en los ojos puros y sonrisas sin maldad. Busca mi alma si me extrañas,  allá lejos en las montañas,  por los caminos de lodo y las gradas de quebradas,  en cachorros con frío y en los niños del cerro.  Con los Apus me voy a quedar,  a oír sus leyendas y escuchar su sabiduría,  oliendo los eucaliptos y las ortigas  que nunca pude diferenciar. Caminaré con él caminante, impulsaré su bastón de palo y suavizaré su paso. Acumularé las penas para bajarlas al río  y llegaré donde dormida talvez en mi sueñes, talvez me recuerdes y cuidaré tu sueño. Amaru castelA.

FEMINICIDIO

Más que un escarmiento esto es una inhumación, un rosario de tragedias y ruegos que han podrido  tú alma.  Siento tus dientes fracturar mi mandíbula, la saliva sangiinea de una traquea triturada, falanges primates en mecánica involución, se esconden en conceptos la falacia de tú  amor, de tú necesidad baja de reproducir. Perpetro incontenible en las falditas, en las muñecas, en la ropa de escaparate que tú mismo me diste, por la que me sentencias, con la que ahogas mi vida mientras de lejos retimbran ecos de mi risa niña preparando la víctima para la expiación. Siento tú instinto fósil moverse sobre la tierra, entre mis viceras. Con codicia espeluznante, pala a pala con odio atormentado, con venganza por los besos, por los momentos irreales. Con tu amor en la boca pastosa y mortesina, con tus golpes, con tus insultos siento tu medio centímetro de poder aplastandome. La bulla lejana, el comentario morboso, escandalo y duda, mi nombre sin mí.  Siento la pena compartida, la culpa injusta,