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Mostrando entradas de febrero, 2024

FEMINICIDIO

Más que un escarmiento esto es una inhumación, un rosario de tragedias y ruegos que han podrido  tú alma.  Siento tus dientes fracturar mi mandíbula, la saliva sangiinea de una traquea triturada, falanges primates en mecánica involución, se esconden en conceptos la falacia de tú  amor, de tú necesidad baja de reproducir. Perpetro incontenible en las falditas, en las muñecas, en la ropa de escaparate que tú mismo me diste, por la que me sentencias, con la que ahogas mi vida mientras de lejos retimbran ecos de mi risa niña preparando la víctima para la expiación. Siento tú instinto fósil moverse sobre la tierra, entre mis viceras. Con codicia espeluznante, pala a pala con odio atormentado, con venganza por los besos, por los momentos irreales. Con tu amor en la boca pastosa y mortesina, con tus golpes, con tus insultos siento tu medio centímetro de poder aplastandome. La bulla lejana, el comentario morboso, escandalo y duda, mi nombre sin mí.  Siento la pena compartida, la culpa injusta,

LABIOS PROFANOS

La almohada gimiente,  la sabana toalla,  la sombra en la cama de posición imposible,  la tarde traumada desde un rincón en penumbras,  tú cuerpo doblado en el cajón de pañuelos. Tus labios blasfemos,  tus  odios que cortan mientras pretendo valor,  tus ojos expulsan,  tus manos golpean,  tus cabellos son redes atrapadas en dolor. -Por qué amaneció? -Por qué, mejor no me mentíste? Todos los segundos se riegan en tu piel,  todos los cariños ya son muecas de desprecio.   El desazón y la congoja te impulsan a ofender  y tu victima resignada solo repite tu condena,  le busca argumento,  lo justifica,  se maldice,  pide perdón... Morir por ti al borde del pasado, sentir tu amor como un puñal en vilo de esta cruel pasión  que me mantiene vivo pese a tú fiel dolor que me prefiere muerto. Porque no hay razón  de tanta inconsecuencia. Porque no hay dolor  para el alma desvalida que rompa el corazón   y lo convierta en cenizas, nunca hay razón  de tanta intolerancia. Sentir, a un paso la muerte