Tus recuerdos duelen, avergüenzan el alma y humillan al ego. Tu familiaridad condena con serena normalidad el habla que vuelves a confundir. El deseo es una raíz que pudre mis venas mientras tú sonrisa mirada me vence. Todo el tiempo vuelcas y los lugares trastocas en lunares equidistantes de profundas hondonadas, los colores se funden en carne ocre y magra, los humores remolinean como gases de cámara. Solo un dedo te detiene con todo mi coraje, te conjura, salva el poco follaje seco entre las llamas. Con el silencio huyo, aterrado, constante: pero a salvo. Amaru castelA.
ECUADOR MILES DE AÑOS MILES DE LETRAS