El sol cada día muere, agoniza condenado en sangre atardecer, muere solo sin clemencia. Caen las sombras sin sollozos ni encanto, las nubes observan la aflicción. Permanece olvidado, devastado en la boca del contendiente, silente corazón que llora, el sol que fue rey un día sucumbe al odio de la época y su destino se aferra a la destrucción, su calor, su energía, su tonta ilusión. No cantes victoria ni avives recuerdos, el día ya no existe, no sufras por lo que ya paso. Espera el brillo despedazado del amanecer que con brutal fuerza incinera ese cielo que te hizo caer. La muerte cruel de cualquier angustia, la muerte extensa de cada tristeza, la ansiedad desteñida ante una flor que ya murió. El sol se extingue entre nubes de plomo, su último brillo entre cenizas, la muerte gana con su pena y la oscura infamia es mi desolación. Amaru castelA.
ECUADOR MILES DE AÑOS MILES DE LETRAS