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Mostrando las entradas etiquetadas como leyendas de quito

LA ÑUSTA DE SAN JUAN

INTRODUCCIÓN.- Desde el momento en que nos conquistaron, todos los lugares sagrados fueron proselitizados, ocultos bajo templos cristianos que acumularían las bendiciones de nuestra tierra. En la frenética neurosis de ocultar todo lo indio por ser vergonzoso, los descendientes españoles maquillaron nuestra ciudad. Solo algunos vestigios nos hablan de nuestra verdadera riqueza y espiritualidad. LEYENDA.- Una tarde de bohemia decidí ir a buscar una historia interesante, llegue al “Piedrazo”, una antigua cantina del barrio “La Tola”. Entre todas las anécdotas que se contaban sobresalió la de un humilde jornalero, había ocurrido hace pocos días: Ingresó a trabajar en una cuadrilla que debía arreglar la calle Benalcazar, pero por lo denso del tráfico lo harían en la noche.  Iniciaron en la intercesión con la calle Manabí pero al llegar la media noche un grito estremecedor en la cima de la cuesta paralizo a todos. Una mujer desnuda apareció gritando y a la carrera descendi

(leyenda) EL TEMPLARIO DE QUITO

I ntroducción .- Para aquellos que al mirar una espada, un yelmo, un escudo de armas, se elevan en melancólica exaltación. Han de recordar que estos caballeros tan enaltecidos en la literatura, el cine, la música. Son el aparato velico de quienes nos usurparon, de los que hasta hoy en día nos despojan de nuestra riqueza e identidad. En la Av. Amazonas, a pocos metros al norte de la intersección con la Av. República; un monumento de piedra con la figura tallada de un templario es el guardián de una ruta sagrada y oculta. Leyenda : Desde hace pocas noches, las lluvias repentinas de Agosto anuncian la llegada del “mono” la constelación que hace vibrar al inmenso volcán Pichincha y lo convierte en una inmensa pirámide cuántica. Este es el momento que esperábamos, cinco sabios de “Amaruka” la tierra de la serpiente: uno del norte, de la raza escarlata; otro del medio, de las islas de fuego; dos del sur, uno de la Patagonia y el otro del Amazonas; y yo, propio de aquí, del corazón del mundo.