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Mostrando entradas de noviembre, 2019
INQUISICIÓN Cruz neo liberal trata de conjurar, flama maloliente, ceniza invisible, tóxica. Ahí están los que creen en dios, que acrecientan su esperma contra los infantes, que aplastan su espada hecha cruz. Su dios son sus privilegios, su fortuna, profesar la vacua supremacía. ¿Qué les hace callar frente a la injusticia? Sufrir la indignidad, conformarse a una miserable vida, abrazar la mentira y convertirla en promesa. Un pueblo desde el cielo, la sangre de los santos no subyugados, llueve, riega los sumideros, alivia las plantaciones de coca, mientras las pisotean los nuevos llamados por dios. Intermitente vida que se ufana de su trágica incapacidad; libertad, alegría, bienestar, cómo confundes y cambias los sonidos por palabras frívolas; te molesta la inexactitud y no tienes un mindre de entendimiento; críticas la desigualdad y mantienes los cordeles tensos de tus complejos; lúgubre enciendes sándalos para simular tu exigua generosidad pero sonríes ancho de hipocresía y manti
CAPULÍ tal vez  por que eres caudal de dos torrentes, tal vez eres             la    esencia que se complementa y desborda. Tal vez,  melancólica roca huraña; risco imposible; sensibilidad incauta en varón y mujer in gerente. Eres completamente un dios, y yo un demonio que cree y se arrodilla ante todos los dioses. Una fresa de montaña que enloquece al chubacal. Yo, el mortiño que pinta la cebada, de difuntos machacada, con sangre. En lápidas reflejas tú llanto, textura de tierra que en ti se equilibra, espanto de las pobres almas, mármol que refleja confeso el brillo absoluto, la brisa, la persona. Ojos capulí, eres todo encanto pero aún con tu vida dura, solo eres una rosa         en la sombra del jardín. Yo no soy bueno,                soy malo, creado para destruir, espina de páramo que aún el aire que te une y aleja corrompe dulce al ser que tan fácil entregas. Frasco de veneno en labios de capulí, amarga desolación.
Cada vez        fingir  un sueño, un aroma,       un anhelo;              la noche inmaculada de dolor y arenas. Cada beso,     cada palabra,         solo para justificar mi nesedad, engañar mi propia especie. Canciones tortuosas,      sarcofagos de invierno,          el mundo en un cuento que una antigua voz me contó. Cada mirada,      cada lágrima, cada nombre eterno en un corazón como el engaño más verdadero. Empezo todo en un árbol    suspendido en la quebrada,         cada tarde solitaria de ensueño y desamor. De amor incontinente, precoz, no correspondido, ridículo. Romántico en tiempo de choclos, ingenuo, en el reino de perros. Inocente por faltas al pecado, por fatuo y por insípido. Tono continuo, repujado, forzoso, demente; estructurado como un bobo de saliva colgante, que demanda perpetuidad, continuar, existir, dejar huella sin llegar a ser nadie.