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Mostrando entradas de septiembre, 2018

como una nuez

Esencia

Ortiga Negra

Nunca conforme yo, aunque mancille las estrellas apague las lucernas y bese la tierra. Yo, con el dolor frente a frente inevitable solución día del horror oscuro y silente, angustiada expiación. Delirantes ansias pirañas intoxican tes, besar una espina y fingir que la sangre no es mía. Tú, un abismo envolvente atrancada encina lienzo rasgado con aguja jeringas vertientes de tálamos humeantes, al solear transparentes, al llorar torrenciales. Azucena ardiente mojada paso a paso, ortiga negra laceral, anuncio ingente de mi muerte cerebral. Rosa negra occipital pausa dramática ineludible, mi lengua aún en tus dientes naufragio de un mar genital. La noche siguió, pisoteando mis sueños los cristales fueron sacrificados en ritos y juramentos. Un sol cobarde y enfermo apareció manchado y sucio. Despreciable en mi contradicción, contrapuesto a mi sombra en la vieja calle.
Estoy cansado de buscar lo que no existe, cansado de odiar al sujeto en el espejo, tan extraño y desconocido desde siempre, la pena sustituyó la angustia, el mied o que ejercía sobre mi. Estoy fastidiado de todos los que le rodean, todo lo que él es me apesta y no soporto con vida su voz. Rancia mantequilla cubre la espesa fetidez de su orgullosa dignidad. De su arrogancia débil y ridícula, sus gestos me revuelven las viseras y su sola presencia interna me enferma. Por eso miro fuera, horizontes digitales de dimensiones imaginarias. Uso las voces de pájaros en eras desoladas y ato mis manos y piernas con voraces mariposas de los lagos distorsionados en cordilleras vibrantes. Como arrancar el ente a quien reclama la vida y por quien tantos preguntan? Como borrarlo, decirles a todos que en un arrebato cambió, consumido en la demencia, paralizado por la incompetencia, absorto eterno en su penitencia. Como deshacerme de él? Estoy tan cansado de aguantarme, tan hastiado de este mundo mío, d
Al reloj crucificado se le acabó la cuerda en la pared, solo e inservible. El amor perdió su sabor a melaza a esperanza a vida. La luna se volvió parca en la cuajada laguna del porvenir y en mi casa los pasos son al revés. La música perdió los trinos los gritos las guitarras, la voz. En las calles tontamente me muevo me pierdo en la rutina, en papeles viejos en imágenes retorcidas, desde que se murió el amor, el amor de celosía el amor de infortunio. El efecto mancebo de la ilusión profusa, el matiz pastel de vibrantes hondonadas, la evocación del génesis llego a su fin con vorágine torrente que al camino desgasta y todo lo envejece. Pero lo peor es que el amor desapareció.

LA MARIPOSA

La mariposa transeúnte creyó en la cigarra mustia, por opaca la vio interesante. No pudo arrepentirse cuando quemada quedó gris, transparente. Aun matiza la arena, oculta de las flores, en silencio vuela cuando hay tempestad.  Y llora la tontería de no saber quien fue.
De pronto  no supe, porqué? Todas las publicaciones eran tuyas, toda la calle se lleno de flores, jolgorios multicolores y capulís dulces, resolana persistencia c uarteó mi rigidez, invadía mis setos en acuífera prolongación, muy pronto todo el edificio trinaba cadente, obnubilado, vibrante. El rincón apagado se incendió. Porqué? Todo se lleva en vendaval estructurado, conniciente, estilizado. Todo se ve a través de tu deimon, ya hablo cantando tus palabras, rio con la ironía de tu voz, me muevo como tú.  Todo dirigido como en tu muro, todo tan lleno de luz que mis dedos marchitados empiezan a enraizar, mis miedos profundos se disuelven en un flan de chocolate blanco. Tome la carnada y estoy destripado, sazonado con tu sazón, listo para el plato. Me quedará la esperanza del arquitecto pardo, hallar un hueso en tu sanitario y reconstruir de nuevo mi imaginación. Halla, algún día de mi pasado.  O mejor que alguien reporte tu red. Malla maligna de la sociedad virtual, y me libere.
Donde tuvo más pureza qué, en la boca párvula afligida de deseo, qué en los pechos duros irrigados, descubiertos, en el primer espasmo desgarrado ...
De pronto un día ya no vinieron las moscas, de pronto seso el palabreo misterioso, se oscureció la tarde de enredadera, súbito abandono del olor dulzón. El bosque tenebroso perdió el aleteo, el trino vago que anunciaba la monotonía, l a tierra dormida inicio su movimiento, el abrazo irremediable, desmenuzador, al tiempo que me besaba, me cubría, tan afable, tanta lujuria. imposible escape, hasta que me arrojo. Dormidos en una vasija todos sueñan, protegidos en un sarcófago otros se pudren, yo maldito vivo irreconocible , del ser, que fui en otra época, que ya murió sin ningúna honrra, sin ninguna justificación. Como tierra de aspavientos regresa negra mi vida a lo que nunca fue.
A una ex-esposa... No importa, que aun no sea tarde, ni la ausencia, de tu caduca inmortalidad, culpa mía cociente, fue perderte, destruir con mis manos lo que ame. No fue tu falta de disciplina ni organización, ni la confusa severidad de la moral vetusta, el sopor rutinario de la maleva vida, la honrada estupidez del cliché vulgar. No fueron los pocos años sobre tí, ni lívida razón estética, ni agotada imaginación carnal, destruí tu ensueño  sabiéndolo  al enamorarme de otro mirar. Luego de otra, y otra, alguna vez me enamore de verdad. Lo sigo haciendo. Cambió mi interés, mis sueños. El aire agobiante de la responsabilidad. Mi hastiada identidad de insignificante ser,  agobiado por mi propio ser. No solo te deje a ti. Todavía huyo de ese mal. Verás que sigue mi tórrida amistad cuando te miro. Ya no te quiero ni por momentos soporto un recuerdo. Pero debes saberlo, por allí, muy dentro de donde me movía, que en reali
Me entregué al arroz como aspavientos por pensar que es mejor una grieta fresca, cálida, con provisión. Que arrastrarme por el áspero muro desolado y de inconmensurable fastidio. Me entregaré al afrecho del suelo, desecho de la pocilga antes que a la dolorosa mirada de mi propia opinión. Todos se arrastran. Los que dicen mejor vida se arrastran. Los que se muestran dignos se arrastran más, los del orgullo pintado con sangre en la frente fueron arrastrados  inclemente mente. Los que se dicen opuestos y libres, revedles, inmisericorde mente todos se arrastran. No queda, como verás, grieta de donde sujetarse por eso lo siguiente es lanzare al vació con un grito heroico y esperar la vejez para disimular una vida moderada de esfuerzos y satisfacciones aunque haya sido un canalla.
EL MITO DEL INKARRÍ Por: Amaru castelA No ingresaré en el oleaje que representa el trato de un Mito y mucho menos él de uno fundacional como es el del InKarrí. Existe suficiente literatura para que el lector curioso satisfaga su deseo. Diremos simplemente que frente a un campo lirio lleno de ruinas y tumbas es más hermoso y productivo dejar que la imaginación nos llene de terror y emoción, de esperanza, de fe. Las sombras, los gritos, los temblores, las apariciones son el producto de creer que en ese desolado lugar hay otra existencia que cubierta por mitos enriquece la realidad. Así, el mito del inkarrí representó y representa en el imaginativo, en la concepción   cosmogónica del habitante de los Andes. Una esperanza, el impulso vibrante en el centro de nuestro auto conceptualización, de nuestra autoestima. Dice la historia que el Inkarrí se mescla y confunde en los vientos ásperos del tiempo ondulante, entre dos muertes, entre dos gobernantes. Atahualpa (muerto por garrot
Ha llovido, llueve como todas las tardes de Quito, luego de un sol pesado la tristeza fría, arrastro los charcos grises de grieta piedrosa, la última colilla al mausoleo que llamo hogar, una taberna misteriosa entre sábanas en lumbre, el humo, la herrumbre, un duende inquino que da voces desde su árbol, de guaba. Todo el sombrío cae sobre las cuestas sin suspiro, las campanas ahogan el ulular nocturno, ladridos viejos, maullar profundo. Nuevamente en mi camino el espectro de ti. El camino al altar, tu vestido de cola. Calado velo de telarañas. Una cruz desprovista de sacrificio. Miles y miles de horrores anhelantes de mi. Gracias a dios el tabaco los fulmina, todo dispersa y saltando un sanjuanito apresuro mi puerta, temblando me escondo al fondo de mis cobijas. Mañana moriré. Hoy escapé.
En conato de doliente calma, pausada anda, como despojo de tu amor, de mirada feroz y labios ausentes un recuerdo inmundo de tu muerte, de mi vil traición. Agazapada va buscando afectos, una cálida voz, para lanzarse terrible por venganza y arrancarme el corazón. Se acurruca, gime, sí alguien la escucha tiembla anhelante de misericordia. Pero me mira al filo de su ojo con odio, con sazón. Nunca la perderé. Nunca podré confiarme, ni olvidarte. Hasta la he llegado a desear. Mucho más que a tus sombrias carnes. Mucho mas que a tú flor de cartón que tanto desdeñe y tanto consumía, como al trémulo aire de tu habitación oscura, como a la niebla azulina de tus páramos imposibles. Ves, yo te quise, tanto como pude, tanto como me pediste. Pero al final te quise. Cuando el sol brilló en tu serranía, cuando libre de tú cuerpo escapé.
Absurda esperanza neblina, oporto en taza, confianza sucia, largo trago, contaminada espuma que no logra intoxicar mis medidas, al vaivén de la melodía menguante. Embriagadora. El sextil de la lámpara en acuario, aulla sobre las baldosas sus escupitajos, abejas, lisonjas macabras sin sarcasmo, repiten, reptilan, remilgan desde hace tanto. Mienten! Todos mienten! Hipócritas farsantes, farfullan bondad, simulan amistad pero sus vapores bufan perversión. Las palabras van al mar  desde esta sierra donde nunca llueve. Usted amigo vale más que dos tercios de la humanidad. Yo, lo que se aprecia al ébola en medio de la selva, valgo lo que un clavo para pinchar la luna. Yo tengo un vació que es todo lo que valoro, estoy enredado en un momento que no pasa, humillación perenne, repugnante. El sol es una culebra que deja abandonados sus hijos, a mi solo me dieron piedras por eso ya no encuentro a nadie, ni a
Ya casi no tolero las voces, el escozor de su piel desde allá lejos, casi cerca. La luz no calienta, repudia, las cortinas no vuelan, murmuran, como viejas infectas y ensidiosas. Provocadas. Este escenario vibra más que yo y yo me siento apagado. El miedo supremo, eterno, la culpa, inherente, original, que me conoce y desenmascara, que me reprocha y reprime, contienda plausiva, sutil, traidora, voraz y eficiente, tiemblan en mis pantalones Ya fui descartado y desecho cuando me hacían, por eso, con todas las chatarras miro desde la ventolera de abajo, de la asera. Lo que no sirve se patea y pulula ágil y sin sentido. No vive ya un taita pendejadas que te convierta en robot o en eterno dínamo. El presente se enciende entre las grietas del entablado. Hecho pedregal. Pero me aleja de aquí. No se donde ando. Mi alma corre desbocada, la he perdido, hace tanto y no hay ninguna abuela que me diga: - "shungo"  "shungo" ,me pal
Siempre entraba a las iglesias y en medio del sermón se levantaba y decía: Disculpe, es que aún no ha quedado claro que los humanos somos los demonios? Luego iba a los cultos de las iglesias evangelistas y en plena predica se levantaba y decía: Disculpe, es que aún no ha quedado claro que los humanos somos los malditos? Luego entraba a las reuniones de obreros y decia: Disculpe, es que aún no ha quedado claro que los humanos somos los malos? Luego en los programas en vivo de televisión, igual se ponía de pie y reclamaba: Disculpen, es que aún no ha quedado claro que los humanos somos los monstruos? Hasta que un día al levantarse y repetir: Disculpe, es que aún no ha quedado claro que los humanos somos los monstruos? Una mano tomo su hombro y le respondió. Si hermano. Ha sido demostrado hasta la saciedad. Un hombre encapuchado se levantó del graderio donde esperaban y se lanzo al centro del ruedo en vorágine de vien
Llora Quito entre orgasmos, entre violines en la mesa oscura de taberna hueca, en el poncho viejo de tiangues desnudo, en la clara lluvia a tus pies descalzos. Llora entre ayes de acuarela fina con las manos quebradas de una madrina que desyerba dolores en su infancia, en macetas y tejados, duros como su corazón. Llora y llora sin consuelo por sus hijos, por sus espurios, con melancolía, con lamentos, llora sus desdichas, llora sus desdichas. El eco del sollozo alcanza un hueco en edificio nuevo de lujo maltrecho donde sueña la alpargata ser internacional donde la cara sucia se lava en cubeta. Donde Quito se viste con ciudades de otro color. Llora Quito entre requintos de primor de azúcar en flor, de la empanada, con cara severa de nostalgia. Llora y llora en nuestra voz.