La belleza de Adali, perpetuo silencio, inclemente secreto que marchita los cuerpos. La tristeza de quien te besa, la neurosis que tus dedos posa. Quien tubiera tu cariño sin desflorar la rosa? La belleza da la muerte, la angustia de los días, de las tardes frías de soledad extrema. Caen las hojas, callan las ideas, el árbol se seca en el estio y ya nadie te mira bella. Aún tu dulzura enciende el fuego enterneciendo el lecho de sabanas parcas, la sin-razón, el deseo se enciende y te beso, recorro tus surcos, tus plantas, tus raices, tus palmas, la inmennsa circunferencia de caderas y senos escarcha. Aún tu boca encarna, desquicia, arrebata. Muerde, desgara a ritmo vehemencia. Todo tu ser es tumulto contra la montaña, se opone al rio, aplasta, se levanta, espasma, destrozan la muralla tus piernas al viento, aves rapiña sobre un cadaver en llamas. Que hermosa eres Adali, tus huesos escarlata, tus agujeros profundos que miran mi alma. Que hermosa muerte intima, en tus bra