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Mostrando entradas de julio, 2019
Ninguno de los dos tendremos dinero para ese día, ninguno tendrá libertad ni vida, ni tan siquiera fuerzas para vivirla. Nadie aquel día tendrá ganas, aquel día en el que la muerte se muera, cuando todos los dioses desiendan y ya no sirvan para nada, nadie tendrá las ganas necesarias para ignorarlos y menos para juzgarlos. Aquel día te encontraré con fondo de sol, en la tarde que muere, reconoceré tus ojos de cielo negro y tus piernas de peces en red, no te hablaré porque las palabras carecen de sentido. Miraré tus manos, tomaré tus hombros, aquel día en que ya no tengamos dinero, ni seamos libres, ni tengamos vidas nos encontraremos y continuará nuestro amor. Amaru castelA.
A qué caoz nos botaron? Nos despojaron de la conciencia natural para hacernos resignados, para enseñarnos y conformarnos. Su dios bondad que no toma en cuenta a la víctima, su sufrimiento; tiene sus mismos ojos, son las mismas manos que reparten la culpa y se ensañan con el dolor. A qué mundo nos botaron? Donde el bienestar es el yugo sobre los demás. Qué clase de humanos pueden creer en una humanidad? Qué acusa a los malos y venera su maldad, siempre con la esperanza de un milagro, de que mañana todo pasará. Pasa el tiempo asechando, elocubrando, conspirando. El infierno es para los que no lo logran en una realidad para la que no fuimos creados. Amaru castelA.
Como bajan a las tinieblas por caminos adesentados, conocidos de las piedras, de las espinas, de los bardos; paso a paso y con tristeza, con amargura, hacia sus amos; van en silencio lamentando, con sus hombros agachados. Como bajan el obrero con su niña, con sus manos, a oscuras, cabizbajo, con las brujas y sus canticos. Como duele su presente, como duele su pasado, renunciaron a su derecho hoy sus calles son  pasto, de las botas, de las llamas barricadas con sus cascos. Ya no pueden detenerse solo hay una vuelta que han olvidado. Quito inicia en agonía el regreso a su cadalso, la noche ya comienza,  la noche de sus pecados; inocente víctima, por banqueros secuestrado, llanto indigno les alienta, llanto indigno marca el paso. Amaru castelA.
Como bajan a las tinieblas por caminos adesentados, conocidos de las piedras, de las espinas, de los bardos; paso a paso y con tristeza, con amargura, hacia sus amos; van en silencio lamentando, con sus hombros agachados. Como bajan el obrero con su niña, con sus manos, a oscuras, cabizbajo, con las brujas y sus canticos. Como duele su presente, como duele su pasado, renunciaron a su derecho hoy sus calles son  pasto, de las botas, de las llamas barricadas con sus cascos. Ya no pueden detenerse solo hay una vuelta que han olvidado. Quito inicia en agonía el regreso a su cadalso, la noche ya comienza,  la noche de sus pecados; inocente víctima, por banqueros secuestrado, llanto indigno les alienta, llanto indigno marca el paso. Amaru castelA.
A mis colegas que se apuñalan las uñas con retazos de confeti, a aquellos que levantan la nariz por sobre el sopor. Solo les diré que yo ya fui famoso antes de intentar ser, me hicieron creer que era dios capas de la más inverosímil creación y con licencia para matar y destruir, me inculcaron hasta la saciedad que la gente armaría, se enamoraría, del dirigente, de la imagen y que en la soledad sabría que yo mismo no me debo engañar. He tenido miles de nombres, miles de vidas que yo escogí. Ustedes son aquellos con quienes solo hablaría por lástima, para tratar de evaluarlos y algunna formación invertir antes de la decepción. Aprendí muy pronto el valor de la palabra y el problema del poder, vendí mi alma de niño y no puedo dejar de ser. No existe la re evolución en mi mundo y no sé cambiar. A tres minutos de la muerte, escucharé sus pasos y como dice el epitafio de los camaradas: Donde quiera que nos encuentre bienvenida sea mientras nos encuentre luchan
Pensamiento obtuso que se hilvana                en muecas fúnebres que pasan ...               reposa la telaraña       sobre blanca pluma en fangoso hilo            de agua                        putrefacta que enemigo de la belleza no la puede ensuciar, ni mojar, ni mover. Un martillo remata autómata  escondido al aire, sin aire, máquina a dos tiempos que no se ve pero tritura dedos,                     la mueven. Se vende un alma rancia, barata, por realización de saldos y el temblor empieza en mis manos. De lejos, el olor a sangre, el plasma viseral mancha mis costados, la coyuntura de los labios, ocupa dos espacios al unísono. Se acerca el bus, justo a tiempo, al último segundo para escapar. Amaru castelA.
La muerte tiene sabor a espinas de pescado, sopa de maní y platano verde, delirante por el limón y el ají. La muerte que ya se huele tiene textura tenue como helado, con higos, con toronjil, beso de niña, primera atracción, fría y candente en rosada insinuación. De arandonos el aroma, jazmín y hierba mora, acerca  sus ojos negros donde te hundes, vas perdiendo el dolor, flotas y reflotas en la inmensidad azul, te hundes si los recuerdas por un momento, luego flotas. La muerte tiene sabor a pescado, anhelante del limón y el ají. Su caricia es triste y te dice sin decir: - te he deseado tanto - te esperé desde que nací. Tú solo te entregas, te derrites en su sopor, en su sabor a pescado. Amaru castelA.
Me pidieron que pensara  en la cosa mas horrenda en que pudiera. Sin pensarlo contesté: - "La cosa más malvada, más perversa, y retorcida que conozco es la idea de dios". Luego me pidieron que pensara en algo peor que aquello. Solo pude responder: -"La cosa mas retorcida, maleva y maldita que conozco, peor que dios es la humanidad". Amaru castelA.
No se distinguir cuando sueño o sí de despierto entro a otro mundo parecido al nuestro, pero muy diferente, en lo que tiene dentro de puertas y armarios, tras los espejos, tras los vidrios, en sus habitantes. Atravieso en bus la desolada inclemencia, senitudes indiferentes, amarguras lluvia y viento tenue de un Upiro conocido a quien no temo, desconfío del resto, de los que son mi infierno, mi cielo, de la amistad y del celo, voy con todos y a todos temo. Y me dan miedo las habitaciones, los corredores y el techo; los muebles que le hablan a las paredes de mi pecho. Cada paso con ahogo, cada huida casi muerto, buscando el camino Carmila me extiende su acento, me vuelve al bus, me acurruca en el asiento, por fin regreso, no sé si despierto. Amaru castelA.