Se cobija la tarde con la luz azul que desvanece la alegría.
No llegó a tiempo y el bosque lo proclama, sombras cómplices te miran desde los escondrijos de la ventana.
Muy pronto los alaridos de su demencia apagaran la tierra.
No vendrá por los niños, ! viene por ti !
golpean estruendosos los segundos en la danza de la angustia y el miedo, se cubren todos los muebles de pena.
La cerradura suena y se abre el infierno, una caricia canalla, un puñetazo directo, chillidos indebles, desorientados, sangre entre fuerza y besos, golpes en carne blanda, despojos en carne noble.
Luego a servir la cama, la mesa, la esclava.
Oír el canto maldito de la madrugada.
No llegó a tiempo y el bosque lo proclama, sombras cómplices te miran desde los escondrijos de la ventana.
Muy pronto los alaridos de su demencia apagaran la tierra.
No vendrá por los niños, ! viene por ti !
golpean estruendosos los segundos en la danza de la angustia y el miedo, se cubren todos los muebles de pena.
La cerradura suena y se abre el infierno, una caricia canalla, un puñetazo directo, chillidos indebles, desorientados, sangre entre fuerza y besos, golpes en carne blanda, despojos en carne noble.
Luego a servir la cama, la mesa, la esclava.
Oír el canto maldito de la madrugada.
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