Ir al contenido principal

poem007

Perdió tu presencia el día
                  la vida se apago ...
Es como quemar sobre la herida
cada vez, cada día
desde el cortejo de tus ninfas
desde el acantilado de tus mejillas,
de tu mano,
de tu sonrisa.
Encender carbón sobre el pulmón abierto
por inseguridad, por tristeza,
con dolor en el pecho
pero ciego en mi proceder.
Con el dolor de entregarme a ti,
con mi adorada soledad que no regresa
hasta que te vuelvas cenizas,
hasta que tu colilla se apague en mi tierra.
Ahora me destruyes ángel vehemencial
como si yo fuera anatema,
siempre lo he sido,
acaso no lo sabias?
Humo telaraña que acechas  y enredas
succionas la flor y dejas la brea,
incendio en la sangre y sogas a la gusanera,
alrededor sombras negras vuelan en circulo
mientras te cambias el vestido.
Tu tez besaba frenético
y hoy te vistes de calavera,
abriste un día los cielos
embriagando las apologicas bestias,
azules, melancólicas, de esta era
y hoy mi día se apaga
se aleja en el humo que espeto. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

FEMINICIDIO

Más que un escarmiento esto es una inhumación, un rosario de tragedias y ruegos que han podrido  tú alma.  Siento tus dientes fracturar mi mandíbula, la saliva sangiinea de una traquea triturada, falanges primates en mecánica involución, se esconden en conceptos la falacia de tú  amor, de tú necesidad baja de reproducir. Perpetro incontenible en las falditas, en las muñecas, en la ropa de escaparate que tú mismo me diste, por la que me sentencias, con la que ahogas mi vida mientras de lejos retimbran ecos de mi risa niña preparando la víctima para la expiación. Siento tú instinto fósil moverse sobre la tierra, entre mis viceras. Con codicia espeluznante, pala a pala con odio atormentado, con venganza por los besos, por los momentos irreales. Con tu amor en la boca pastosa y mortesina, con tus golpes, con tus insultos siento tu medio centímetro de poder aplastandome. La bulla lejana, el comentario morboso, escandalo y duda, mi nombre sin mí.  Siento la pena compartida, la culpa injusta,

MALEVA

Iré llorando a la guaca con el luto en las manos iré como arcilla al río con mi corazón destrozado. Volveré a la turba añil volveré de verdes collados a ser el pájaro de abril que muere en cielos vedados. Seré tierra negra de páramo seré lucerna fría de invierno que al mar eterno reclamo tras la gris cortina del averno. Iré llorando a tus ojos una sola vez diré te amo y así nunca más llamaré tu nombre que se extravió.

Las montañas

Las Montañas.  Cuando muera no me iré, me quedaré en las montañas donde tu mirada me busque,  en el ladrar de los perros,  en la cangagua,  en los ojos puros y sonrisas sin maldad. Busca mi alma si me extrañas,  allá lejos en las montañas,  por los caminos de lodo y las gradas de quebradas,  en cachorros con frío y en los niños del cerro.  Con los Apus me voy a quedar,  a oír sus leyendas y escuchar su sabiduría,  oliendo los eucaliptos y las ortigas  que nunca pude diferenciar. Caminaré con él caminante, impulsaré su bastón de palo y suavizaré su paso. Acumularé las penas para bajarlas al río  y llegaré donde dormida talvez en mi sueñes, talvez me recuerdes y cuidaré tu sueño. Amaru castelA.