Nos emboscaron en las sombras,
sus palabras de odio matizadas de libertad
hallaron nido en los intestinos negros, abidos de chisme,
urgentes teas incineraron la vida.
Un futuro ajeno envolvió el día y su manjar.
Resopla el viento indignado en la chacra abandonada de la necesidad.
Corazón enchido de sueños extranjeros que no nos pertenecen, que nos someten.
Pulula la sin razón de no reconocernos, de negarnos y aniquilamos el sendero hacia la verdad, a nuestra verdad; a nuestro futuro.
Más que un escarmiento esto es una inhumación, un rosario de tragedias y ruegos que han podrido tú alma. Siento tus dientes fracturar mi mandíbula, la saliva sangiinea de una traquea triturada, falanges primates en mecánica involución, se esconden en conceptos la falacia de tú amor, de tú necesidad baja de reproducir. Perpetro incontenible en las falditas, en las muñecas, en la ropa de escaparate que tú mismo me diste, por la que me sentencias, con la que ahogas mi vida mientras de lejos retimbran ecos de mi risa niña preparando la víctima para la expiación. Siento tú instinto fósil moverse sobre la tierra, entre mis viceras. Con codicia espeluznante, pala a pala con odio atormentado, con venganza por los besos, por los momentos irreales. Con tu amor en la boca pastosa y mortesina, con tus golpes, con tus insultos siento tu medio centímetro de poder aplastandome. La bulla lejana, el comentario morboso, escandalo y duda, mi nombre sin mí. Siento la pena compartida, la culpa injusta,
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