He muerto, he muerto en una felonía. He muerto de melancolía, de vehemencia, de ilusión.
A los viejo vicios que me transportaban por el aplauso limpio del buen parecer.
Con la buena imagen del desacato a la compasión.
He salido del pensamiento sano, de la civilización, de sus estratos morales y decoro.
Infante vano, inexistente oleaje del estío sobre la bruma del carruaje que transcurre en mi destino sombrío.
Morí antes de ser concebido. Alla quinientos años del sacrificio.
He muerto. Así lo decido por la repugnancia que me produce vivir en estos congéneros.
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