Absurda esperanza neblina,
oporto en taza, confianza sucia,
largo trago, contaminada espuma
que no logra intoxicar mis medidas,
al vaivén de la melodía menguante.
Embriagadora.
El sextil de la lámpara en acuario,
aulla sobre las baldosas sus escupitajos, abejas,
lisonjas macabras sin sarcasmo,
repiten, reptilan, remilgan
desde hace tanto.
Mienten!
Todos mienten!
Hipócritas farsantes, farfullan bondad, simulan amistad pero sus vapores bufan perversión.
Las palabras van al mar desde esta sierra donde nunca llueve.
Usted amigo vale más que dos tercios de la humanidad. Yo, lo que se aprecia al ébola en medio de la selva, valgo lo que un clavo para pinchar la luna.
Yo tengo un vació que es todo lo que valoro, estoy enredado en un momento que no pasa, humillación perenne, repugnante.
El sol es una culebra que deja abandonados sus hijos, a mi solo me dieron piedras por eso ya no encuentro a nadie, ni al dolor vestido de verde.
Pero el dolor me habla, me empuja, dolor de ser yo.
Las palabras van al mar desde esta sierra donde nunca llueve.
Encontre una impronta en las hojas secas del cactus mutilado. Tienen mi firma:
"Nunca encontraré mi camino".
En una piedra mi epitafio:
"Sus palabras llegaron al mar, rodando por que nunca aprendió a llover".
Comentarios