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Al pie de la sierra no se extraña al viento, ni al frío. En la copa frondosa no se añoran las ramas.


Ya no recuerdo los amores; recuerdo las fracturas, los olvidos, el dolor. No se a quien más quise y no se quién me quiso.


La aurora se lleva los colores de la noche, al hada oscura de dulce besar.


Recuerdo cuando murió el amor, cada vez el mismo sarcófago, los mismos sueños, estupideces;


ramillete de promesas y palabras que al final fueron mentira.


Pero al ver una sola vez el cielo uno puede jurar que conoce sus rincones


Ya casi no recuerdo tener el pecho lleno, la respiración ausente, olor a lirios, corriente de emoción, omnibulandolo todo.


La dulzura de una ilusión


cálida que me arranque


de esta peste.


La palabra que se repite, que ciega, que entonta y arroja.


Que arrebata, impulsa, sin miedo a la muerte ni a las gentes.


De todo el amor que derroche y expandí no quedó nada, ni mísero recuerdo, solo las penas que tanto causaron y que tanto recuerdo.


Amaru castelA.

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