Yo que pensaba que eras mía, que tenia el mundo aprisionado, creía en seres imaginarios y estaba bien con dios, suscitó que nada era y todo no existía.
Talvez fue un sueño, una intoxicación meliflua, dopamina degenerando mi ser.
La tarde ahora se llena de lluvia delante de idilios, ojos inmensos y tu faz brillante en luceros de postes esqueleticos.
Tú voz rechina en los cristales, yo corro a encontrarte , pero cada esquina continua muda, extraña, vacia.
Más sigo, esta sensación de que eras mía, de que aún lo eres, aunque prestes tu cuerpo a cien mil caimanes, aunque mi voz desdeñes con tus sueños, aunque te veas tan enamorada sin mi.
Creo que el daño me produjo un letargo , a nivel energético, talvez neurótico, y muy verazmente en mi identidad.
Amaru castelA.
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