Amaguaña.
Llueve en Amaguaña y el tiempo pasa en una sola dirección. Desde la ventana niebla, montaña, árbol, ochenta plantas en cinco metros. Aroma flores, tierra, rio San Pedro y alfeniques de anis.
La casa cálida, antigua, es un corazón donde mis hijos palpitan, mis gatos ya no salen, les gusta estar aqui.
Llueve en Amaguaña con una lluvia tan romantica, raudal, blanca. El café se impregna por todas partes, las paredes se endulzan de azucar y el divino pan se troza, se desgarra en falanges.
Pasa el tiempo con otro ritmo. Aqui se alargan los días melcochas y el vino oscurece la melodía, la tarde sinuosa. Aparece la noche violenta, violeta, afuera parece hacer tanto frío y aqui se siente tanta armonía.
Las gentes caminan, me miran. Desconfiadas cruzan, pocas gentes. Las exactas, todo es tan libre, todo tiene tanto espacio, aire, fuego, calor.
Llueve en Amaguaña y canta y resuena en la noche apagada, lejana.
Amaru castelA.
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