El odio.
El amor es un motor, también lo es el odio. Ante una sociedad hipócrita que te obliga a destruir los valores que ella misma impone; es más lógico y sano, la conflagración que el entusiasmo.
Criatura renuente e impenetrable, con rasgos disruptivos y aislamiento. Sin sonrisas tontas ni colores aguados. Definición y constancia camino al cadalso.
Ya en otra era explicaran tú desliz, el odio en dosis externas que te mantendrá alejado, del liquen y de la turba, metástasis que envenena los foluncos que te conectan y así libre estarás a salvo.
Nada para ofrecer sin ponerlo a prueba y todo sentimiento claro, real, sin cerrumbe falso ni obligado, sin encuadramiento ni culpas de doctrinas vagas, creadas por los dueños de rebaños.
Amaru castelA.
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