Por fin, atravieso esta larga pared blanca y solo un huiracchuro me llama,
mi sombra vuelve a juntarse a la vereda,
todos los demás han muerto
o es mi castigo su ausencia.
Traspaso la cofia,
un guarro janchi resuena,
encuentro la antigua calzada
que es como yo,
la más pisoteada
entre los caminos de arena.
Llegué a la casa,
a las ruinas en pena;
pero hoy es un buen día,
un kinde picaflor me alegra,
me trae el mensaje de sus voces,
de sus llantos,
de su risa.
Más doloroso que un cáncer, más siniestro que la guerra,
contumaz como el tiempo fué el trabajo,
la obligación
que me arrancó la vida.
Suena el despertador aunque el celular quedó destruido por las ratas,
en la ventana una mala acuarela supone la aurora,
los zapatos me apresan,
la ropa me ahoga.
Abro la puerta y otra vez, aquí,
aqui detrás de la pared blanca
y ya no tengo fuerza para buscar por tanto tiempo la salida.
Amaru castelA.
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