Ir descapotados por la carretera, con hotel California y en el aire coníferas, o en la ventana de un autobus con baño, maldiciendo la suerte de los que se quedan, malaya mi suerte, escapar de los barrotes con la insertidumbre del tiempo, sin saber de comidas calientes, sin saber de la muerte.
Escapar, huir a dónde no me encuentren, a donde pueda ser un mundo diferente, el que yo quiera, el que yo escoja, embarcarme y partir sin consentimiento. Y el rumbo? Sin ningún rumbo, con el corazón nuevo, el deseo ardiente y la maldad entre los dientes, la bondad en la ropa, casi sin ropa.
Oír el son del camino, escuchar los susurro como olas, que aturden, que rompen y recomponen la vida.
El deseo de cada tarde, cuando se ha terminado el entusiasmo, talante ajeno de la noche artificial, postura oblicua de la mañana seca y un solo silvido que lejano, extraño, hace renacer.
Amaru castelA.
Comentarios