Mira mis manos blancas, sin sol, sin dios, sin la maldición que tú llamas trabajo; ahora que soy más yo y menos lo que tú querías que sea.
Del fondo y la forma no me preocupo, ya sé para que estoy aquí, ya recordé para que vine y no es por ti.
Mira mis manos suaves, sin dolor, sin esfuerzo; celebran en sí el hecho de la rebelión, la paz, el amor.
Frías cuál lágrima, duras con el dolor son deleite del viento, son mi proyección, mi síntesis. Ellas entienden la vida, hablan con los cuerpos, sienten la energía y sobre todo expresan quién soy.
Amaru castelA.
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