Nunca más regresaste,
tu silueta en la ventana congeló la brisa,
el ruido, la lluvia.
Solo una sonrisa fantasma destellaba el cielo.
La casa derruida ya es de otro mundo,
las voces mustias
son inaudibles,
tu tararear musita desde la faltante celosía.
Pasa la vida y el frío se va
en copando los vacíos
del labrado en piedra.
El entablado opaco perdió la cordura,
por un par de horas brillo en su ahogo de luz,
la poesía llena de tus ojos,
embelesa la curva de una sonrisa eterna y ausente.
Y no fue más
las sílabas,
los versos,
la rima.
Todo murió con un adiós.
Amaru castelA.
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