Inicia el día en tu mirar y se eleva la vida en tu aliento, no importa la luna ni el oscuro reino, la noche misma alumbra al mar, a tus recuerdos.
TÚ boca dulce inmensa, meliflua vertiente de insatisfacción, tus labios carnosos pequeños, redonda trampa del placer.
No importa qué palabras vuelen, no importa qué semblante destile, aún el enojo más injusto duele como duele el susurro más tierno de ti.
Todo con tal de quererte, todo con saber de ti, aún la herida mortal y aguda, aún la asfixia temeraria del fin.
La rota ilusión perdida dentro del oscuro sendero de tus ojos, la insoportable cercanía que tortura por la imposible caricia que incinera, agónico deseo escondido, negado, oculto.
Termina la vida en la despedida, acaban los días en la soledad.
Amaru castelA.
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