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Quiero entrar en el rencor, suavemente saborear el dolor, 
la dulce angustia 
de agonía que niegue
 lo vivido en su momento.
Quiero aceptar el odio y la brutal embestida 
de su maldad, 
reconocer y ya no esconder, 
ni ocultar su verdadera imagen, 
repasar golpe a golpe 
mi violenta destrucción. Encarar su verdad, su deseo, 
su maleva intensión.
Todo lo que quiero me daña, 
me abandona y al final me daña, 
termina odiandome mientras yo solo siento,
 dolor inexplicable, 
destino inverso. 
Inmerso en la niebla gelatosa de este infierno,
 realidad incomprensible que no da tregua al cepulcro 
que los demás llaman vida.
Ya dentro, el camino en la oscuridad 
es más lento, 
más fácil, 
sin dilación ni mentiras,
 sin complicaciones ni consideración. 
Solo un paso y luego otro,
 sin pasado ni aciertos, sin esperanzas ni anhelo. 
Amaru castelA. 

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MALEVA

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Más que un escarmiento esto es una inhumación, un rosario de tragedias y ruegos que han podrido  tú alma.  Siento tus dientes fracturar mi mandíbula, la saliva sangiinea de una traquea triturada, falanges primates en mecánica involución, se esconden en conceptos la falacia de tú  amor, de tú necesidad baja de reproducir. Perpetro incontenible en las falditas, en las muñecas, en la ropa de escaparate que tú mismo me diste, por la que me sentencias, con la que ahogas mi vida mientras de lejos retimbran ecos de mi risa niña preparando la víctima para la expiación. Siento tú instinto fósil moverse sobre la tierra, entre mis viceras. Con codicia espeluznante, pala a pala con odio atormentado, con venganza por los besos, por los momentos irreales. Con tu amor en la boca pastosa y mortesina, con tus golpes, con tus insultos siento tu medio centímetro de poder aplastandome. La bulla lejana, el comentario morboso, escandalo y duda, mi nombre sin mí.  Siento la pena compartida, la culpa injusta,

Las montañas

Las Montañas.  Cuando muera no me iré, me quedaré en las montañas donde tu mirada me busque,  en el ladrar de los perros,  en la cangagua,  en los ojos puros y sonrisas sin maldad. Busca mi alma si me extrañas,  allá lejos en las montañas,  por los caminos de lodo y las gradas de quebradas,  en cachorros con frío y en los niños del cerro.  Con los Apus me voy a quedar,  a oír sus leyendas y escuchar su sabiduría,  oliendo los eucaliptos y las ortigas  que nunca pude diferenciar. Caminaré con él caminante, impulsaré su bastón de palo y suavizaré su paso. Acumularé las penas para bajarlas al río  y llegaré donde dormida talvez en mi sueñes, talvez me recuerdes y cuidaré tu sueño. Amaru castelA.