Su nombre.
El infierno es frío; helado, un mar sin fondo de cuerpos rígidos.
El fuego en cambio es pecado, amor y placer; es la muerte que arrebata un instante, el aliento del que vive, ajeno de la rigurosa y cristalina obligación de existir.
No existe cielo más que en sus ojos, en el perdido rozar de su cuerpo, de sus labios, encrucijada de tiempo y laberinto de cáñamo, que nadie lo tuvo nunca hasta saberlo perdido.
Su nombre, ya no lo sé.
Su aroma, flores de chocho y zambo.
Sabor.
Su sabor lo llevo en el vientre, en las olas de la noche, en la flama de las piernas, sabor a canela de cama, miel de cuerpos con una sola alma, toronjil - limón - escarcha, que hunde una daga hasta que me hace sangrar, por no recordar su nombre, por haber olvidado su cara.
Amaru castelA.
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