Ojos grandes, inmensos,
negros,
extravían la cordura de mi abismo
en el vértice del hoyo de tu boca, deshila mi aliento,
succiona mi devenir
inunda el averno.
Claustro indolente, brilla
pétreo bloque de viento que atrapado me rodea,
latiga y tritura contra tu sonrisa,
tu acento,
el diabólico movimiento de tus ojos, negros, tan negros inmensos que disuelven mi habitad
próximo
a un beso.
Que ademán nefasto, provocador y condena,
muere sin llegar a tus labios. Lapidado en un sollozo, cementerio de almas desvariadas y soñadoras que heridas agonizaron en tu sonrojo.
Amaru castelA
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