La almohada gimiente,
la sabana toalla,
la sombra en la cama de posición imposible,
la tarde traumada desde un rincón en penumbras,
tú cuerpo doblado en el cajón de pañuelos.
Tus labios blasfemos,
tus odios que cortan mientras pretendo valor,
tus ojos expulsan,
tus manos golpean,
tus cabellos son redes atrapadas en dolor.
-Por qué amaneció?
-Por qué, mejor no me mentíste?
Todos los segundos se riegan en tu piel,
todos los cariños ya son muecas de desprecio.
El desazón y la congoja te impulsan a ofender
y tu victima resignada solo repite tu condena,
le busca argumento,
lo justifica,
se maldice,
pide perdón...
Morir por ti
al borde del pasado,
sentir tu amor
como un puñal en vilo
de esta cruel pasión
que me mantiene vivo
pese a tú fiel dolor
que me prefiere muerto.
Porque no hay razón
de tanta inconsecuencia.
Porque no hay dolor
para el alma desvalida
que rompa el corazón
y lo convierta en cenizas,
nunca hay razón
de tanta intolerancia.
Sentir, a un paso la muerte
saber, que en tu rostro se refleja
mirar el odio que me tienes,
pedir perdón y no tener respuesta.
Amaru castelA.
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