Mis ojos son negros
por que son las puertas de mi alma,
con fondo de mar de tejados,
con espuma crisálida y estío.
Mis ojos tristes, dicen,
caídos en búsqueda eterna,
no son buenos para complacer
ni para llorar,
ya no brillan con fiereza.
Solo exclaman quebrantados
el vació líquido que expiro,
el dolor horrendo del esclavo.
La dulce inocencia del demente perdido en esta jaula de horizontes.
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