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Mostrando las entradas etiquetadas como cuento ecuatoriano

LA PROMESA

LA PROMESA Por: Amaru Castela Bañado de luz blanca su pálido rostro aparece y desaparece, los cambios de velocidad no inmutan la dispersa  mirada que  perdida en la ventana es la puerta de otros mundos. El nudo en mi garganta es tan apretado que apenas un delgadísimo hilo de aire logra atravesarlo, me ahoga la saliva, se vuelve helada y un abismo inmenso se me abre en el estómago. El bus casi llega a su destino, luego caminaremos unas cuantas cuadras hacia la casa. En mi hombro su delicada cabeza recostada, su hermoso cabello negro huele a rozas. Su suave rostro casi toca mi cuello mientras que su aliento enciende en mi pecho una hoguera que de a poco consume mi cuerpo. En un pequeño movimiento suyo, ¡ya no resisto más!, aprieto con fuerza sus manos y digo: -Ya no puedo solo, ¡ayúdame!  ¡Soy un alcohólico! Ella se reincorpora, sus profundos ojos negros se clavan en lo más turbio de mi alma; los aclara. No me dice nada, pero me tranquiliza su mirada

DESAFIA mis SUEÑOS

Todos los meses de Agosto, cuando OrióM legisla el cielo del Ecuador, un extraño influjo aletea sobre mi paz, una fuerza extraña y contraria a mí, ataca donde soy más vulnerable y de donde brota mi fuerza: en mi corazón. Sin llegar a perturbar nuestro amor, mi hada y yo, somos victimas de circunstancias externas, que intentan alterar nuestra felicidad. He indagado en la vieja torre, hasta en los libros más antiguos, no hay uno que me ilumine; pregunte a cada árbol del bosque y ninguno sabe; he conjurado todos los riachuelos y   manantiales, nadie me responde y todos los pájaros que cantan no me han convalecido. Atravesé el espejo, un susurro me conto de un viejo sueño y de quien desde la penumbra, con una flauta, caminos abre y puertas encuentra. Por eso, bajo el fulgor rojo que la luna rodea, en medio de la campiña dispongo un sueño, armado con furias retare a mi opuesto. En verdad tomo conciencia en un típico ensueño, miro al horizonte donde el escenario es un velo. Tr

(cuento) EL AMOR Y EL DIABLO

Sombra siniestra transita la tierra es el brujo de la vieja comarca, penetra al bosque por un filo de la quebrada, hay aquí tantos árboles pero ni un pájaro canta. Por fin llega al centro, a un anillo de sauces aquel que custodia al abeto renuente. Escupe a tierra y furioso le increpa: -           Tú, hijo de  céfiro escucha mi queja -           hijo del mal, equivoco de la burla -           tú que nunca concebiste el camino, -           depravado falso que creces torcido, -           ábreme la puerta. -           La savia, la vida devuélvele a la tierra -           origina un vacío en la esfera. Al instante, sobre el tendido tronco un ancestro recuerdo se sienta, escarlatas brillan dos cuernos en su cabeza elegante cruza, de cabra las piernas, resplandece su rostro y su voz encanta sus ojos curiosos se encienden en llamas. El pobre viejo sucumbe y quebranta se postra y en llanto reza una infamia. Todas las tardes de sol muert