En el
inmenso redil citadino, la noche más estrellada de abril ha nacido una hermosa
ovejita: “blanca”.
-¡Mal augurio¡ cuchicheaba la abuela oveja
-¡Mal augurio¡
De la
pequeña oveja se esperaba que sea tierna, bonita, suave. Pero principalmente
dócil y mansa. Siempre le comparaban con sus hermanas y siempre le hablaban de
las cabras:
-Las cabras
son tercas, sucias, desordenadas.
-Nunca
obedecen y nunca hacen nada.
-Las cabras
no son civilizadas.
Con vos
solemne, las ovejas mayores le instruían todas las tardes:
-Una buena
oveja es limpia y blanca
-¡Claro que
hay ovejas negras¡, pero son pocas y en ellas no hay que fijarse.
-las ovejas
somos inteligentes,
-usamos la
razón sobre todo,
-vivimos en
total armonía entre nosotras y con los demás.
-Nosotras
oímos la vos del pastor y la seguimos,
-nunca nos
desviamos y Él nos cuida.
La pequeña
blanquita oía deslumbrada las enseñanzas, pero era muy curiosa y mientras más
crecía más preguntas surgían en su cabecita.
En el redil
también había perros, los esbirros del pastor. Siempre gritando, siempre gruñendo,
nunca oían razones ni consideraban los deseos de las ovejas, solo las mordían
para que sigan el camino impuesto.
Un día de
lluvia, mientras blanquita jugaba, vio que todas las demás se enfilaban hacia
el viejo granero.
Entraban
por una puerta: ¡llenas y orgullosas¡
Y salían
por la otra: ¡trasquiladas y tristes¡ ¡humilladas¡ ¡horrorizadas¡
Corrió la
oveja Blanca y atravesó el campo. Unas cabras que la vieron le ayudaron, atacaban
con sus cuernos a los perros sentinelas. Estas la guiaron al cuchitril de unos
chanchos, allí se escondió entre el fango y la oscuridad.
Volvió al
redil de noche, escurriendo lodo de su enredada lana. Pero decidida:
¡A ella nunca la trasquilaran¡
Al cruzar
la puerta de su hogar oyó como trueno la voz de la oveja mayor:
-Hemos
nacido para dar nuestra lana.
-El pastor
nos alimenta y nos cuida, el hace con nosotros cuanto quiere
-¡Todo es
por nuestro bien¡
-Debemos
ser sumisas y agradecidas.
Blanca se
encogió de hombros y se fue a dormir, pero desde ese momento conoció la otra
cara de la ley del pastor.
Nadie
jugaba con ella y cuando pasaba por una calle todas las demás ovejas la
miraban, cuchicheaban, le dirigían sendas miradas de ira, tapaban su nariz para
que sepa que su olor les apestaba.
Tampoco
nadie comía junto a ella, ni le hablaban, por eso empezó a entablar amistad con
las cabras, con los chanchos y las vacas.
Muy pronto
se dio cuenta que nada era como le habían enseñado, veía ahora todo de
diferente manera:
El pastor
no era uno solo, había varios pastores que cuidaban las ovejas; los perros
pasaban la mayor parte del tiempo durmiendo y jugando; las ovejas mayores
adoptaban las maneras de los perros, sus ademanes, su lenguaje, querían ser
como perros.
Hasta le
pareció ver una que otra oveja adulta con piel de perro, para que la oyeran y
obedecieran las más pequeñas.
Pasaba el
tiempo y Blanca era la oveja
descarriada, un día un pastor joven la dejo fuera del redil, para que sufra,
para que aprenda:
-bien
-¡veamos
oveja liberada¡
-¿Qué harás
cuando vengan los lobos y te coman?
¡Justo a
tiempo¡ por un oyó de la cerca las cabras la metieron, cuando como una ráfaga
una garra paso por su cara.
Blanca no
sabía que paso, solo temblaba, luego se estremeció de frió al oír un largo
aullido que se perdía con el viento de la montaña.
Varias
veces los vio a lo lejos. Los lobos de la sabana, cazando, jugando, corriendo
en manada. Y cada vez más, su vida le parecía fastidiosa y pesada. Ya no le
importaba que la trasquilen o que le enfilen para llevarla, cabizbaja, sin
palabras, sin voto, ni desición de su propio destino.
Una noche
de abril, la noche más estrellada, la luna pinto sus pupilas y deslizo sus
patas. Embrujada por dulces aullidos
despertó en una cueva de la montaña, cara a cara del lobo más viejo y sabio,
que le decía mientras la mataba:
-¡Porque tú
lo has decidido¡
-¡Porque
haz sido valiente y constante¡
-¡El alma
de la tierra te brinda¡
-¡Con un
minuto de dolor¡ ¡Una vida larga de
esperanza¡
Inmediatamente
en una nueva camada. Una loba blanca nacía, llena de ilusiones, con un futuro
inmenso y un pasado de enseñanza.
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