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Blanco hueso, humo rojo
laberinto transparente
culpa y placer,
embadurnó mi cuerpo en tu cruz.

Con ojos que no miro
me apuntan los cucuruchos
bastardos, del señor poder,
cofradía de lagartos de murmullo llano.
! hipócrita Hermandad !

Claro oscuro y  florece sangre
espinas falanges atraviesan mis uñas
y aún más
acarició tu cráneo,
tintura matiz.

Reflejos, fractales, rayo calculado
gelatina con helado de tu piel,
truenan tus costillas, el rigor de tu viga
en el abrazo de mi amor.

Apaga la luz
el cantar de las belas
mordiendo tu lengua
esquiva
a la fuerza.

Redoblan las tablas, levantan las momias
adoración lasciva
y escapó apenas en reserva.

Evacua extrema la brutalidad,
ya débil,
tu venganza eterna....
miseria y más miseria.

Amaru castelA.

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MALEVA

Iré llorando a la guaca con el luto en las manos iré como arcilla al río con mi corazón destrozado. Volveré a la turba añil volveré de verdes collados a ser el pájaro de abril que muere en cielos vedados. Seré tierra negra de páramo seré lucerna fría de invierno que al mar eterno reclamo tras la gris cortina del averno. Iré llorando a tus ojos una sola vez diré te amo y así nunca más llamaré tu nombre que se extravió.

Las montañas

Las Montañas.  Cuando muera no me iré, me quedaré en las montañas donde tu mirada me busque,  en el ladrar de los perros,  en la cangagua,  en los ojos puros y sonrisas sin maldad. Busca mi alma si me extrañas,  allá lejos en las montañas,  por los caminos de lodo y las gradas de quebradas,  en cachorros con frío y en los niños del cerro.  Con los Apus me voy a quedar,  a oír sus leyendas y escuchar su sabiduría,  oliendo los eucaliptos y las ortigas  que nunca pude diferenciar. Caminaré con él caminante, impulsaré su bastón de palo y suavizaré su paso. Acumularé las penas para bajarlas al río  y llegaré donde dormida talvez en mi sueñes, talvez me recuerdes y cuidaré tu sueño. Amaru castelA.

poema tu boca

Tu boca flor de nardo me orilla imperativo al deseo de morderla. De ingresar en tus ojos, recoger tus esferas, succionar tu pecado con dulzura de un poema, aferrarte a mis huesos, estremeserte las nalgas, abrir tu flor con mi bravata, ser un picaflor suspendido en tu falda. Tú boca redonda encarnada de rosas me orilla al abismo y me empuja a besarla. Me succiona a otro mundo, tibio mullido donde mi cuerpo no termina sino dentro del tuyo.