La luna fría y desalmada
nunca habla;
! no dice nada !
El sol tierno y ponzoñoso
quema indiferente
desde su elevada posición.
Dios, infinita providencia
deshaucia y juzga;
en ese orden.
Rompe el espejo para enjugar mi rostro,
se transforma en mí;
niño de manos sucias
y ojos ardientes
que mudo ante el aroma a inmortalidad
oxida la riqueza de esta casa, ajena;
mi torpe proceder me expulsa.
Pasos inexpertos
manos atrofiadas;
un horroroso diablo en este nefasto templo.
este es el cielo puro y húmedo,
arrastra en sus muslos la cortina de llanto desperdiciado,
inservible,
olor de anís a donde no tengo entrada
por que en mí
todas las fragancias no tienen virtud.
Escoria abandonada, por no ser capaz
por vivir enfermo.
Señor Dios infinito
?dónde se quedó tú esposa?
?dónde encontraré el amor de madre?
Tus ojos son destino
de un recuerdo insepulto
que atormenta mi amor.
Malvado e insensato,
siniestro carcomes mi mundo,
envenenas mi vino,
fermentas mi dolor.
La agonía ardiente se extiende,
condena cada momento,
cada criatura
que marchitas con tus reglas.
Te opones a mi voz,
a mi vida, a mi alegría, a todo;
en tus ojos de destino
la oscuridad es profunda:
"Dios ayuda al fuerte, el débil merece la muerte".
En la última piltrafa de mi corazón se extiende inconmensurable el horror:
flotar al vacío
en el asfalto,
un perro abierto en la vía,
sin pasado, sin lágrima,
! sin sentido !
una vida sin sentido.
Amaru castelA.
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