La parte lógica de mi cerebro murió,
me queda el otro hemisferio
para recorrer un continente, que no me contenga, ni recuerde
mis vergüenzas.
Ataré su piel al cordel de una cometa para creerme libre, ataré sus pies a la soga de un ahorcado para creerme justo. Sembraré rosas en su pecho para creer que alguna vez fui enamorado, de una niña de trenzas rojas.
Llenaré las hojas secas de una madre selva con mentiras, para hacer creer que tuve vida, que ame, que fui respetado, que lo hice bien.
En este suculento mundo de agua fría y sol herviente, de viento enojado y flores fragantes, descansaré mientras ellos analizan mis vidas y mis nombres.
Mirando jugar los niños afligidos con sus perros inconformes. En el horizonte descansaré sobre la tierra.
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