De pronto un día ya no vinieron las moscas,
de pronto seso el palabreo misterioso,
se oscureció la tarde de enredadera,
súbito abandono del olor dulzón.
El bosque tenebroso perdió el aleteo,
el trino vago que anunciaba la monotonía,
la tierra dormida inicio su movimiento,
el abrazo irremediable, desmenuzador,
al tiempo que me besaba, me cubría,
tan afable,
tanta lujuria.
imposible escape,
hasta que me arrojo.
Dormidos en una vasija todos sueñan,
protegidos en un sarcófago otros se pudren,
yo maldito vivo irreconocible, del ser, que fui en otra época, que ya murió sin ningúna honrra, sin ninguna justificación.
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