Llora Quito entre orgasmos,
entre violines
en la mesa oscura de taberna hueca,
en el poncho viejo de tiangues desnudo,
en la clara lluvia a tus pies descalzos.
Llora entre ayes de acuarela fina
con las manos quebradas de una madrina
que desyerba dolores en su infancia,
en macetas y tejados, duros como su corazón.
Llora y llora sin consuelo
por sus hijos, por sus espurios,
con melancolía, con lamentos,
llora sus desdichas, llora sus desdichas.
El eco del sollozo alcanza un hueco
en edificio nuevo de lujo maltrecho
donde sueña la alpargata ser internacional
donde la cara sucia se lava en cubeta.
Donde Quito se viste con ciudades de otro color.
Llora Quito entre requintos
de primor de azúcar en flor,
de la empanada,
con cara severa de nostalgia.
Llora y llora en nuestra voz.
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