Amanece, Yaya Inti se apresura a abrazarme, a abrigarme pero ya es muy tarde. Sin tus ahogos, sin tus desprecios perdí el hilo que sostenia un suspiro. Tutamama ya hizo su labor, ya no siento sus abrazos.
Tamia inicia su canto, lágrimas del Yayainti que desbordan la pena y estremecen al llanto. De ella nace Yaku que me limpia pero ya es muy tarde, todo yo soy azul.
Supay me reclama, ya soy su hijo y tengo sus grises costados, los ojos pardos, las barbas rojas.
Illapu grita me despide con su látigo mientras Waira me lleva a Ucupacha, a pastar silenciosamente esperando que algiuien cante, que traigan chicha en cántaro, mi pequeña samay me espera llorando, asustada, lista para hacerme de mi mismo una huaca.
Amaru castelA.
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