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POESIAS

























Sí la lectura provoca 

tal divino deleite,

¿Por qué no tocar su cuerpo sensual?

¡El libro! 

            Contorsionarlo.

                Lamerlo.

    Rayarlo,

          deshojarlo.

Posar mi piel en su rostro.

Montar su lomo y abrir suavemente sus pétalos.

¿Por qué no besarlo?  

Morderlo y en su húmedo efluvio

de tinta y celulosa

manchar mis piernas.

-Y que grite-

- y que yo grite-

 Y llore en mis penas.

Camine en mis ojos

y salte de mi boca.

¿Por qué no tocar?

 ¿Torcer?

 ¿Lanzar un libro al suelo?

Y recogerlo con llanto

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El niño que acaba las noches
tratando de entender su mundo,

¡débil!
negado a sus carencias,
de  sonrisa tonta.

 

Que levanta flores

del desperdicio

de la miseria,
el niño de mirada mentirosa
que repite la cantaleta
y camufla su herida en la indiferencia.

 

Que confunde y habla lo que no piensa,
aquel encerrado
guardado
en la afonía eterna,           oscura,
no soy yo,
es apariencia ajena,
es
reflejo de la exigencia.

 

Ahoga su entusiasmo limpio,
improductivo
avasallante
en una esperanza seca,
¡no soy yo!
no se quién es.

 

Ese niño
que niega el poder de los borradores
y huye de las raíces del afecto,
no soy yo
quien raya mis paredes,
no lo quiero ser,
pero lo necesito.
Aunque lo siga matando.

Todo lo hago mal.

Lo simple en mi se traba, millones de tachones y caminos no existentes tejen una telaraña.

El sendero recto se me tuerce, se vuelve quimérico y deambulo entre hondonadas y arrecifes para dar un paso y al ocaso

llego obsesionado por lo que ya olvide,

por lo que ya no sé ni me interesa.

Todo lo hago mal,

si debo mirar al frente me pierdo en sombras aparentes y colores que niegan su definición

pero que a mi estimulan y seducen, excitan, matan de placer y risa.

Y llanto y melancolía.

Rabia por su crueldad y trino de su aleteo.

Si debo callar.

La tempestad y el oleaje son tan tumultuosos, depravados

que me quedo sordo en su melodía,

en su canto.

Mi mente aflora y germina en fotosíntesis de palabras y murmullos.

Un hongo verde me cubre los ojos y las narices.

Las orejas y los brazos.

Empieza a tronar en cadente fulgor sinfónico y folklórico. Rockanrolero. Metálico. Orgánico.

Y cuando me doy cuenta y vuelvo en mi

han pasado años.

He derrumbado los sueños, las expectativas, las esperanzas

que todos tenían en mi.

La responsabilidad se desliza por una cloaca que me baña con su inmunda culpa.

No sé por qué,

pero todo lo hago mal.


TABLADO TENEBROSO

Encontremos un silencio
para continuar con nuestras vidas,
un tablado tenebroso
donde  dejemos de ser.

Pintemos con tinta
los cristales de la puerta,
derramemos sin prisa
sobre el suelo nuestras ganas.

Caminemos al notiempo
donde los años se olvidan
   y ahí arrojemos los gritos
para podernos encontrar.

En las miradas de tiza,
en telarañas de algodón,
en un panal destruido
nos podremos...
amar.














HOY TE VI

Te acercas y te vas

te enciendes y apagas,

en laderas de montes,

en las flores del jardín.

Y cantas y me reprochas

con lluvias de hojarasca,

con aves sonoras,

ríes y lloras, con mis ojos lloras.

Yo te tuve todo este tiempo,

te pasee por nuestra tristeza.

Tú  olvidaste, simplemente morí.

Hoy te encuentro y veo 

ya nunca viví. ya no puedo seguir

en tu inmensa dulzura

ni en mi insignificante dolor.


















En la perdida posteridad
donde el viento sople ya sin cuerpos,
mirare tus ojos bellos, ausentes.

Y con voz  dulce y etérea. Te diré:

Recuerdas cuando te conocí...
¡Lo que más me gusto fue tu cadera!

Reirás con risa fantasmal.
Sugestiva enmarcaras tus bellos ojos ausentes con las manos.
tu redonda boca roja. Transparente.
Tú delicadísimo rostro de diosa perfecta. Eterna.

Y volveré a decir...
¡Tu cadera!




ÀNGEL DE LA GUARDA

 

Hasta hoy he descubierto

Lo azul del cielo

Y lo negro de tú pelo

Lo dulce de tu tez

ladrona de mi anhelo.

Y he descubierto que vivo

Por que antes estuve muerto.







Nunca tuve el cuerpo correcto,
ni una palabra adecuada.
El rostro mínimo
ni un corazón suficiente.

El cabello perfecto ni ojos bellos.
Nunca estuve en un lugar bueno ni cuando debí estar.

Nunca tuve dinero
ni vida como los demás,
ni cosas, ni ropa, ni personalidad.

Nunca tuve una muerte. Una ilusión ni objetivo.

Nunca la decisión ni el color adecuado.

Solo he tenido siempre el espacio frente a mí.

Para dar pasos.

El vacio para ocuparlo a gritos.

No existe el tiempo sin la idea del pasado. Solo los recuerdos que

sirven para avergonzarme y reírme luego.

Nunca tuve nada y no importa porque soy más que todo, soy lo que veo, lo que hablo.

Todo lo que dejará de existir cuando por fin expire.












RIO MACHANGARA

En la luna nueva
iré a dejar tu amor al rio,
amor perverso.
De pesares y reproches. De traición.

A mi rio verde decadente. Añil corroído y grasa fétida.

Que tu amor contaminará...

El peso de mi angustia reflota, cloaca de siglos, flores de chocho, zapallos donde viven raposas y nomos.

Tus dedos se extendieron, anudaron las rocas, mi rio cadáver lo corrompiste, encontraste su pulso y aún allí me desprecias y lastimas.

Tu boca se abrió y abrió las aguas que tornaste rojas,

hincharon tus senos,

abrieron tus muslos y aún allí tú indiferencia me calló

mientras te amabas con el rio.

De tus cabellos volaron mirlos y gallinazos, buscando mis ojos, mis lágrimas.

-Ves-  vine a dejar tu amor al rio
y he quedado yo, atrapado.

Conversando infinito con el duende del vaho.









Para 2 voces

1._ La luna no tiene sentido!
2._                   -Porqué escribes así;  ¿querido?
          -Es que quieres embriagarme?
1._    -No. Quiero despertar.

¡La luna no tiene sentido! En este techo de excrementos.
Una guía marca el camino,
la grúa descuartiza
una res a la audiencia
de sus hermanas.

  -Quiero que despiertes,
   que sientas como apuñalo tu matriz,
   entre tus piernas
   entre tus sienes.

Dulce caldero que abre la puerta
a la expansión del silencio,
a la existencia;
!coagula!
Sin falanges, sin piel, sin ojos.

  2._
        -No te aquietes querido,
            recorre con dientes mis venas,
            succiona la redondez de mis
            caderas,
            muérdeme las manos
            comete mis brazos...

1._
Vacio.

¡Existencia vacua!
Todo se vacía.

Todo se acaba.
Tú amor también.


Cuando tus ojos miran al cielo
dos ángeles se suicidan.

Sí la tupida tristeza diriges al suelo
las almas malditas liberas.

El mismo señor huye de tu inocencia, 

                                                        ¡Avergonzado!

Absorben tus ojos
                 todo el mar,
                       todo el llanto.
La tragedia de las aves que pululan tu encanto.

El oleaje y el viento emanan una lágrima por dos abismos abiertos en el plano perforado.

Me miran,
inmensos,
dos toros negros en prado de cobre.

Mi alma muere para vengar la hazaña.

Callo y no respondo.
Callo sin razón
quedo inmóvil, al mirarte de frente.











La anciana apareció en mi cuarto de noche.

-¿Cómo se espanta la muerte?

                       -Haciendo el amor.

- ¿Cómo se espanta el miedo?

-Riendo.

-¿Cómo se espanta la mala suerte?

-Apostando.

Y apostamos toda la noche con el amor, mientras nos reíamos de la luna. Hasta que al otro día murió.


A la media noche

detrás del campanario

se oye en un ahogo

como cantan los pájaros,

 

su trino lúgubre

opaca el llanto.

 

Allá lejos

un susurro turbio

mueve aquel árbol

donde el péndulo cruje,

 

cadáver imaginario,

 

mi última esperanza

que danza con el diablo.


Aquélla sustancia que fluye en el cuerpo;

que hace tener ganas de vivir,

enfrentar los problemas;

se me ha terminado.

La cama se convierte en sarcófago

eterno donde las horas pasan llorando.

Ya ni el viento entra y las cosas del cuarto me miran con pena.

Extravíe los zapatos y la ropa me tiene asco.

Recuerdo felizmente, las calles sucias, la miseria, la inmunda suerte de los desarropados.

Ni la muerte viene, solo el hambre con migo conversa,

¿que falta? para orillarme a un hueco y esperar el colapso¡

Las ansias y los sueños son imágenes del techo,

el murmullo de otras voces me dan miedo,

¿Donde habrá un lugar al que escapar?

¿Donde podre abandonar mis huesos?















En conato de doliente calma,

pausada anda, como despojo de tu amor,

de mirada feroz y labios ausentes

un recuerdo inmundo de tu muerte, de mi vil traición.

Agazapada va buscando afectos,

una cálida voz, para lanzarse terrible por venganza y arrancarme el corazón.

Se acurruca, gime, sí alguien la escucha tiembla anhelante de misericordia. Pero me mira al filo de su ojo con odio, con sazón.

Nunca la perderé. Nunca podré confiarme, ni olvidarte. Hasta la he llegado a desear. Mucho más que a tus oscuras carnes. Mucho más que a tú flor de cartón que tanto desdeñe y tanto consumía como al trémulo aire de tu habitación sombría, como a la niebla azulina de tus páramos imposibles.

Ves, yo te quise, tanto como pude, tanto como me pediste. Pero al final te quise. Cuando el sol brillo en tu serranía, cuando libre de tú cuerpo escapé.

















Corren por ahí / los amores que tuve / neuróticos / frustrados,

acechan tras las casas / en los patios

con dolor en los ojos / envidia al corazón.

 

Corren / se lanzan al cielo / caen y se despedazan

con llanto en el rostro.

 

Ya no sé donde ocultarme / su cuerpo traspasa las puertas / se untan al techo.

 

Tal vez / en la gentileza de OTRA voz.







¿Quién eres? preguntas.

Y yo comprendo de pronto,
pensé que era yo, pero es mi cadáver el que me arrastra
por sus apetitos y complejos.

¿Quién eres? insistes.

 

¡Yo¡  , carne magra sin sensibilidad ni dulzura, nunca podría saberlo.

Yo no sé quién soy, lo sabes tú,
tú que me miras, que conversas, que me escuchas.
Que soportas mi ego y te imaginas mis sueños.






A flor de viento...

y el viento que desflora en un lamento

                tú dulzura

carne magra, íntima y con acento

     dulce   oscura
              
  y los gemidos
en la boca encarnada del averno.

el cielo
que recorre en las quebradas de tu adentro

        y tus piernas
briosas yeguas que acarrean el universo,

tus besos, tus pechos, tú cadera de abeto...

y tu inocencia
que se rasga en los ojos de tus senos

que se queman, las cenizas que se mojan en el suelo,

a flor de viento,

fl

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