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Armo un castillo de tierra ceniza, con restos del naufragio de mi vida. Casi todo se perdió con el sol lejano y extraño que me ha desconocido.


Palabras de tristeza y odio, la congoja entre charcos de cariño diluido en problemas y tedio. Un trozo preterito de desolada estancia, de un hogar, las ollas podridas de huida trunca, tres girones de lo que fue el amor y un muñeco descuartizado por el rencor.


La obra de mis manos, las concecuencias de mis acciones, deciciones erradas, el cansancio, la locura, el poco caracter que amase.


Todo, miles de reproches me traspasan y la culpa en su bravura me angustia, sin esperanza, sin remedio, de frente al futuro que yo mismo desolle.


Arrastro en el camino unos trapos que cada ves que los miro me refriegan tu nombre en el rostro. Recuerdo haber aceptado el precio. Haberte empujado al sacrificio y vilmente negarte. Desconocerte y asi haberte dejado de amar, por una locura, por una quimera fugaz, efimera y traiconera.

Recuerdo haber elevado mi necedad a ilusión pero ya el tajo ha abierto la herida, he perdido mi pasado, mis sueños y solo queda buscar otro personaje para poder ser, otra vida, talvez respetable, con careta incluida para continuar.


Amaru castelA.

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