Te quiero! Y me trago tu anzuelo,
el sedal,
el cabello enredado,
tus ojos filosos y negros que trazan la herida donde se desparraman mis ganas.
Mis días desde que vi tu redonda cadera
apretada, son como un plato de mote sin carne ni sal, sin fritada, que extraña el cilantro, la pegajosa grasa y
dejan tu falta en mis labios
estrepitosos como el mar.
Te quiero, en mis manos, en mi cuarto, te quiero mi niña en poema,
susurro leve en la penumbra
de una estancia oculta
de aromas, de flores secas y madera.
Te quiero con fiebre, con angustia,
entre tanta abstinencia que mi mundo se revierte
y pierdo mi conciencia
y mi alma por ti se vende, se esclavisa.
Acepto tú humillación y tú desprecio
sí consigo tan solo un gesto,
de ti una caricia.
Te quiero y a mi condena.
Amor cadente y enfermizo,
como el alcoholico en la taberna,
admirando su vaso cenizo y la puerta.
Pero aun sea la más grave consecuencia
cómo podría dejar este vicio?
Sí cuando miro tus senos de seda,
cuando caminas y yo veo entre tus piernas
el infierno que tanto deseo. Vivo y sueño, y te quiero, en mi pecho, en mis muslos, te quiero. Te quiero con mi pena.
Amaru castelA.
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