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A mis colegas que se apuñalan las uñas con retazos de confeti,


a aquellos que levantan la nariz por sobre el sopor. Solo les diré que yo ya fui famoso

antes de intentar ser,


me hicieron creer que era dios capas de la más inverosímil creación y con licencia para matar y destruir,

me inculcaron hasta la saciedad que la gente armaría, se enamoraría, del dirigente,

de la imagen

y que en la soledad sabría que yo mismo no me debo engañar.


He tenido miles de nombres, miles de vidas que yo escogí.


Ustedes son aquellos con quienes solo hablaría por lástima, para tratar de evaluarlos y algunna formación invertir antes de la decepción.


Aprendí muy pronto el valor de la palabra y el problema del poder, vendí mi alma de niño y no puedo dejar de ser. No existe la re evolución en mi mundo y no sé cambiar. A tres minutos de la muerte,

escucharé sus pasos

y como dice el epitafio de los camaradas: Donde quiera que nos encuentre bienvenida sea mientras nos encuentre luchando.

Ahora entre satén y mármol, entre plumas de gallinazo y pezuñas de cuy. No se cambiar, por eso cambio siempre mí alrededor, mi interés, mi forma.


Amaru castelA.

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