Pensamiento obtuso que se hilvana
en muecas fúnebres
que pasan ...
reposa la telaraña
sobre blanca pluma
en fangoso hilo
de agua
putrefacta que
enemigo de la belleza
no la puede ensuciar,
ni mojar,
ni mover.
Un martillo remata
autómata
escondido
al aire, sin aire,
máquina a dos tiempos que no se ve pero tritura dedos,
la mueven.
Se vende un alma rancia,
barata,
por realización de saldos
y el temblor empieza en mis manos. De lejos, el olor a sangre, el plasma viseral mancha mis costados, la coyuntura de los labios, ocupa dos espacios al unísono.
Se acerca el bus, justo a tiempo, al último segundo para escapar.
Amaru castelA.
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