Ni Dios ni el diablo,
ninguno cumplirá mis deseos, nadie será condescendiente con mi necesidad.
A veces duele el espacio vacío de las esperanzas destrozadas, las palabras deferentes como vidrio en un ojo.
Ni vivos ni inertes, seres navegantes del tiempo, sin ningún mendrujo analgésico, sin ningún atisbo de compasión, no hay calides, no hay solución, en ésta áspera y tóxica ritualidad. El amor, la sinceridad, todo lo calcino la putrefacta obligación y mi libertad llora de lejos sin querer perdonarme.
Hay días en que recuerdo o imagino como era vivir con tranquilidad, con alegría, recostado en la nada y esperando un futuro sin precio.
Amaru castelA.
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