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al insignificante traidor

Todo traidor es cobarde
 y en su coraje no hay ninguna abnegación.
Todo cobarde huye
 de su propia emancipación
 y en su vileza
absorbe y condena
todo lo que lo rodea,
todo lo que toca.
Su vida va sembrada de miseria y envidia,
de dolor y confusión,
nació con miedo y el temor lo ha hundido,
 la mediocridad es su careta
hecha al molde de su faz,
 solo puede fingir y humillarse frente a todos,
 arrastrarse desde que no pudo,
ante el asesino usurpador y mezquino.
Hace mucho decidió su destino,
hace tanto escogió su camino,
su propio infierno con el que incendió al país,
 agazapado en sus intestinos,
 latente mantuvo todo el rencor
y se degrado,
degenero su ser y dejó de ser.
A dónde iras?
Quién de tus hijos levantará sus ojos, airado contra su herencia?
Quién en tu propia tumba elevará su voz y te dirá la verdad?
Como miraras a la luna que te descubra entre tus sombras?
Como te atreverás a presentarte al sol que te despreciará en cualquier lugar de la tierra, que ya te rechaza.
Y el día de tu última exaltación sentirás todo el peso del Ecuador, para todos siempre y para siempre, no serás más que un insignificante dolor, un recuerdo amargo de lo peor de lo peor que en esta patria nació.
Amaru castelA.

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