Duerme con la pena, lágrimas secas de cubierta,
abismo de tierra al duodeno
y en el alma la eterna marginación.
Nunca será parte de la hoguera,
ni tendrá un rincón cálido de vivienda,
nunca tendrá descanso en su triste migración.
Habita con la tristeza, donde va, le falta coherencia, le sobra excéntricidad, debilidad,
donde pasa no queda nada,
ningún recuerdo, ninguna felicidad.
Solo sabe pasar, como pasa el tiempo, como el viento lleva
una sombra sin definición,
sin pasado, sin existencia.
Camina sin propósito, con una sonrisa a cuesta, alza su voz y nadie lo escucha,
extiende su corazón y nadie contesta.
Llegó algún día al límite y el camino perdió el color,
a nadie importo y nadie tampoco lo supo.
Amaru castelA.
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