Las flores me llaman,
de allá del cementerio,
hay un chaquiñan en medio y una sequía que canta.
He de subir al páramo,
a la hora violeta que descansa,
he de mirar al fondo,
hacia la quebrada,
he de mirar al firmamento escondido en las matas,
de mi pesar.
Hay una voz que llama y que sabe mi nombre,
solloza entre las ramas y pulula entre sombras,
entiende y empuja,
asusta y enciende,
atrae,
todas mis ganas y conoce todo mi llanto.
Las flores gritan desesperadas,
pero tarde es,
se cierra una lápida y el sol resplandece,
aletean finalmente,
suspiran la agonía y el mundo se cierra,
me expulsa sin lástima.
La hojarasca levanta pétalos cadáveres,
el silencio inflama el espacio sin recuerdos,
sin palabras.
Solo mi paso transita el vacío de la nada.
Amaru castelA.
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