El frio y la humedad se pueden oler, mis zapatos resbalan en el verde moho del pavimento de la lavandería. El claro oscuro del lugar permite ver cuadros muy grotescos:
Al fondo la vecina golpea con una correa a su hijo que ya no grita, solo titubea, tiembla zambullido hasta su media barriga en el tanque de piedra.
EL tiene nueve años, uno más que yo, es un poco raro, muy flaco muy blanco, a veces no le gusta jugar.
Cuando el martirio termina me acerco con una toalla provista por el tendedero.
-¿qué te pasó?
-nada, nada, no me pasa nada. –déjame, déjame solo. Responde.
Yo sabía bien que le paso:
Su abuelo llegó de EEUU, toda la vecindad asistió a su fiesta, no me dejaron entrar a la sala pero desde la cocina pude atisbar muchos juguetes caros y ropa mucha ropa que había traído.
Será un señor muy importante llevaba un traje con sombrero igual al de su nieto.
De pronto lo sacaban a empujones, el chico iba prendido, oreja en mano de su padre que le gritaba furioso:
-claro por fuera muy elegante y por dentro una porquería. Estas apestando.
La madre salía apresurada serpenteando la correa a tomar su relevo y gritándole:
-siempre me haces quedar mal, ya eres un niño grande…
Yo aproveche para entrar a la sala, ese niño siempre no llega al baño pero hoy estaban todos muy enojados así que pensé que era por su abuelo, debe ser ¡muy importante!
Me puse al frente de él, estaba muy bien peinado y tenía un delgado bigote.
-¿usted es de EEUU?
-si, repuso mirándome de reojo.
-¿es usted muy importante?
Me miro fijamente y sonrió con la mitad de su boca.
-¿y usted en que trabaja?
Un minuto después estaba pasándole la toalla a mi amigo.
Comentarios